viernes, 17 de febrero de 2012

El extraño de Lecherías. Segunda parte


Hoy cometí un pecado.

Nueve y cuarto de la noche y no me pude resistir.

La tentación fue muy grande.

Estaba ahí parado, yo sabia que no debía, mi mente decía que no, que no era buena idea, pero igual, no pude resistir la tentación.

Me lo comí.

Me comí la galleta de chocolate con fresa que estaba sobre la mesa de la cocina (Samba de Fresa) 32g, 160 Kcal. 8g de grasa, 21g Carbohidratos, 1g de Proteínas. Me lo comí muy despacio, saboreando cada mordisco. Realmente disfrute cada pedazo de  la galleta de chocolate. Sin remordimientos. Sé que no esta bien comer dulce tan tarde por varias razones, pero sentí que me lo merecía. Tuve un día perfecto, muy agitado, corriendo de un lado a otro, tratando de hacer mil cosas, y logre hacer dos mil y hasta me dio tiempo de tomar una siesta de dos horas.

A las 6:30 p.m. recordé que tenia que salir urgente para comprar los accesorios del disfraz para la fiesta de carnaval de mi hijo, que es mañana.

Eran casi las siente de la noche cuando llegue al centro comercial y rápidamente conseguí lo que buscaba para el disfraz, pero en ves de retornar a casa, decidí entrar a una tienda en busca de algo más que me hacia falta.

Fue ahí donde lo vi por segunda vez. Apenas entre en la tienda me sorprendió mucho verlo ahí, le sonreí y le dije hola.

¿Que haces acá? Le pregunte al extraño de Lecherías.

Él también se sorprendió de verme y dejo rápidamente lo que hacía a un lado para acercarse a saludarme y conversar conmigo.

Me conto lo que hacia ahí, mientras me sonreía, contento de verme nuevamente. Rápidamente conversamos acerca de música, de España, de conciertos, de sus estudios, me hablo de su hermano, me recomendó playas cercanas, El faro. Hablamos de los parques de diversiones acuáticas, donde vas y te lanzas por los túneles de agua a toda velocidad. Yo le conté de mi experiencia en el parque acuático de Houston, él me conto de su experiencia en el parque acuático de Margarita con su hermano. Hablamos tanto y de tantas cosas que ya ni recuerdo como fue que terminamos hablando como dos amigos que se conocen de toda la vida y apenas esta es la segunda vez que nos vemos.

Recuerdo que la conversación se inicio hablando de como los recuerdos del pasado son los más hermosos que tenemos, eso lo dijo él por cierto, no fui yo. No sé como llegamos ahí, pero me dijo que para él las cosas en el pasado parecían más bellas, más simples, que los problemas del pasado fueron nada comparados con los problemas que vivía uno en el presente. Yo no quise profundizar mucho en el tema, pero le dije que si, que así parecía, que lo había escuchado antes, que la gente tiende a pensar que el pasado fue o es mejor que el presente y ahí se quedan viviendo de los recuerdos.

Ambos decidimos cambiar el tema y mejor hablar de la buena música, él me hablo del rock que le gusta escuchar, me dijo que odia los ballenatos, nos reímos de tantas cosas, él sabe mucho de música y a mi me encanta aprender cosas nuevas acerca los diferentes géneros musicales.

Nos quedamos hablando y riendo largo rato, cuando vi el reloj, recordé que tenía que ir a casa a costar a los chicos en la cama, así que le dije, ya es tarde, me voy.

¡Que mal, no te vayas!  Todavía es temprano. Me respondió con cara de decepción y tristeza.

Quédate un poco más – me pidió.

¿Mira y no has salido desde que estas acá? ¿Conoces los sitios para bailar? Me pregunto.

La verdad es que me quede con las ganas de conocer más y salir a divertirme, no conozco a nadie acá, estoy de visita y ya pronto me voy. Le respondí

Me conoces a mí, me dijo con una sonrisa.

¿Si quieres…?

No lo dejaron terminar alguien dentro de la tienda interrumpió la conversación y yo aproveche

para decir, ¿Sabes? me quede con las ganas de un buen café.

En mi casa, a veces, no hay café o hay café, pero no hay azúcar, o hay café y azúcar pero no hay leche descremada porque no se consigue….

Él me miro con cara de confusión, fue en verdad para matarse de la risa.

Acá a la vuelta preparan un café delicioso, ¿quieres que vayamos?

Tal vez un día de estos… y no continúe diciendo más porque recordé que no debo salir con extraños y yo la verdad es que no se su nombre. Yo de él sé donde trabaja, donde vive, sus gustos musicales, que desea irse a vivir algún día a Tenerife, que tiene pasaporte Español, que su papa murió hace algunos años, que no se va a España por no dejar a su madre sola y que le falta poco para terminar sus estudios. Sé lo que estudia y que si se va para España tiene que hacer una revalida en Economía. Que no le gusta el Bingo, que trabajó en un casino. Que ha ganado en apuestas de caballos. Que no le gusta apostar mucho porque según él es más bien “pichirre”, cosa que yo la verdad dudo, ya que me parece un hombre más bien generoso. Sé muchas cosas de él extraño de Lecherías, pero no continuo o se me alarga mucho este cuento. De él no sé su nombre ni su apellido. Sé que se siente muy a gusto conversando conmigo y que podríamos pasar horas hablando de todo y de nada.

¿Tomarme un café con el? Pensé. No, no debería.

Él sabe que estoy casada y que tengo hijos, sabe mi nombre, donde vivo, mi numero de cedula, que vivo en Alemania desde hace siete años. Sabe que me encanta la música, conoce la que música que escucho y que música no tolero para nada. Le conté de la vez que estuve en Choroní y que no se bailar tambores. Sabe que alguna vez hice Para-Sailing, conoce el teléfono de casa de mis padres y que las cosas que mentalizo se cumplen.

Él quería que me quedara más tiempo conversando con él pero vi mi reloj y eran las 8:10 p.m. y yo tenia que salir huyendo a toda velocidad como la cenicienta a la media noche antes que la carruaje se convirtiera en calabaza. Sabía que si me quedaba más tiempo conversando con él, terminaría descubriendo su nombre y el dejaría de ser el extraño de Lecherías.

Es increíble todo lo que puedes descubrir y aprender en tan solo una hora acerca de una persona, un extraño, todo menos como se llama, pero yo no quería saber su nombre.

Cuando me despedí de él,  se me acercó, me abrazo y me dio un beso en la mejilla. Yo la verdad no me lo esperaba. No de un extraño. Él se comporto nuevamente como si me conociera de toda la vida y su mirada era un poco triste, como cuando a alguien le cuesta despedirse y no quieren que te marches.

Yo conozco muy bien esa mirada, me ha tocado despedirme muchas veces, más de las que me gusta recordar. Yo no estaba triste de tener que despedirme de él, estaba contenta de haberlo visto nuevamente y por segunda vez. Disfrute de sus anécdotas y de su sonrisa, fue un final perfecto para mi día. Que tengas una feliz noche y gracias. Le dije al extraño de Lecherías.

Apenas llegue a la casa prepare a los chicos para la cama. Cepillando sus dientes, cambiando pañales, dándoles una ducha tibia. Luego una vez ellos en la cama baje a la cocina a las nueve y cuarto y fue cuando vi la galleta de chocolate sobre la mesa y aunque pensé que no debía comérmela, me la comí de todas maneras. Creo que me merecía ese pequeño pecado. Hoy me negué a tomarme un café con un extraño y a mi me cuesta mucho decir que no. Siempre trato de ser amable con todo el mundo, pero hoy  tuve un día muy agitado, hice dos mil cosas.



Continúa…. Con El extraño de Lecherías Primera parte (comencé el cuento al revés, a propósito)

Lecherías, 16 de febrero 2012    

2 comentarios:

Alan Rogers dijo...

Querida amiga hay gente que conoces todo de su vida en un minuto y otros seres que te puedes pasar toda una vida al lado de ellos y simempre descubrir y aprender algo nuevo cada día... Extraños somos todos... Conocidos somos todos... Amigos somos todos... Amantes somos todos... Enemigos somos todos... Indiferentes somos todos... La distancia entre todos ellos entre dos personas puede ser infinita o solo un paso. Cuento genial!!! todo lo mejor querida amiga :)

Johanna Penny dijo...

Querido amigo, todavia recuerdo como tu y yo eramos dos extraños sentado en un autobus rumbo a Pto. La Cruz y nos hicimos grandes amigos. Gracias por tu amistad de tantos años y por dejar este hermoso comentario en mi blog. Saludos.