Candela bajaba las escaleras hecha una furia, el hombre la veía desde la ventana como caminaba hacia él. Ella vestía una minifalda azul de cuero y una blusa ajustada negra. Él no le quitaba la vista de encima y sonreía mientras la veía acercarse. Ella abrió la puerta de la camioneta blanca y se sentó junto a él tirando la puerta de un golpe.
– ¡Hola mi vida! – la saludo el hombre dándole un beso en la mejilla y acercándose a ella para abrazarla.
– ¿A que has venido?, ¡Creí que había quedado claro que no quería verte o volver a saber de ti jamás! – le respondió Candela, ignorando su abrazo.
–No seas así amor, olvídalo ya, no hablemos más de eso, yo ya no estoy enojado contigo, lo estuve y mucho pero ya se me paso. – le explico el hombre
– ¡Tú enojado conmigo, que ganas tienes! Si fuiste tú quien…. – comenzó diciendo pero él la tomo por los hombros y la llevo hacia su cuerpo con fuerza robándole un beso, que se sintió largo eterno, fue un beso apasionado, de esos que te roban el aliento, el alma y te hacen olvidar todo, hasta el mundo entero.
Candela se sintió flotar por el espacio, como un astronauta dentro de una capsula sin gravedad pero sin el traje y el casco. Se olvido de todo, hasta de donde estaba mientras él la besaba, su mente estaba en blanco y sólo sentía como su cuerpo entero se derretía ante el beso y el abrazo de aquel hombre.
–Listo ¿contenta? – le pregunto mucho tiempo más tarde
– ¡Feliz!, ya no recuerdo ni de que hablábamos hace un rato – dijo ella con una sonrisa que le ocupaba todo el rostro.
Los besos de aquel hombre hacían que Candela lo olvidara todo y que nada sin importancia la preocupara, eran mágicos sus besos.
–Te decía que vine porque tenía ganas de verte, de besarte, de abrazarte, de compartir contigo un segundo, un minuto, cien, ¡estaba pensando en ti y por eso vine! –le recordó el hombre.
–No, creo que fui yo quien te pensó primero y te llamo con el pensamiento! – Le dijo Candela
–Debe ser entonces, le dijo él tomando su mano y dándole la razón para para evitar una posible discusión, ya que sabía que con Candela era mejor no discutir demasiado, que siempre ella tenia que ganar en todo y tener la ultima palabra, la muy malcriada. –Pensó el
– ¿Como estas?– Le pregunto ella
– Mucho mejor ahora que estoy contigo, te ves bella– le respondió él
– ¿Por qué no subes a mi apartamento?, arriba no hay nadie, podemos hablar sin ser interrumpidos.
–No es que no quiera estar a solas contigo, pero no puedo, que van a pensar los vecinos o tú familia si se enteran que me metiste al apartamento, no, no insistas. –Respondió él hombre.
–Tú siempre más pendiente de lo que diga el resto del mundo sin tener en cuenta mis sentimientos, ¡como si a mi me importara lo que piense o diga la gente!- le dijo Candela molesta
– ¡Tú eres mujer y la gente habla! Seguro todos saben que estas sola arriba y están pendientes de si metes a algún extraño. ¡Tengo que protegerte! Yo soy hombre y como los gatos siempre caemos de pie.
– ¿Protegerme? ¡Yo no necesito tu protección!, ¿gato, que gato? ¡Tigre es lo que quiero que seas y me comas enterita y de una vez! ¿Que me vas a hacer que no quiera que me hagas?, ¿y de que extraño hablas? Tú no eres ningún extraño para mi todo lo contrario, te conozco como si fueras parte de mi o así lo siento, ¿por qué tu empeño en negarlo?, ¿es que acaso no lo sientes que somos el uno para el otro, que somos uno cuando estamos juntos? Vamos no perdamos tiempo, acompáñame que arriba estaremos más cómodos que acá en la camioneta.
– ¿Meterme yo en la jaula del tigre? – Dijo él hombre, riendo nervioso en broma pero en serio.
– ¡Si ves, eres tu él que tiene miedo!, él que necesita protección, la verdad no puedo prometerte que no te voy a morder cuando te tenga a solas. – le dijo mientras se acercaba lentamente y de manera sensual buscando su boca con sus labios en la oscuridad.
Candela lo beso muy lento disfrutando cada segundo del encuentro de sus bocas, buscando su piel debajo de la franela con su mano, sintió su espalda tibia y suave. Tomo la mano del hombre y la coloco sobre su falda y la deslizo hasta llegar a su rodilla descubierta, trato de llevar su mano más arriba rozándole sus muslos y subiendo por su pierna, pero él la de tuvo y ella se alejó rápidamente de su cuerpo irritada.
– ¡Ya recordé porque pelábamos el otro día!, siempre que trato de acercarme demasiado tú te alejas, me detienes, me rechazas y me cortas la inspiración. ¡Si es que no te gustan las mujeres dímelo y no me hagas perder mi tiempo! – le dijo enojada bajándose del auto y tirando fuertemente la puerta mientras se alejaba sin mirar a tras.
El hombre se bajo de la camioneta ofendido y fue tras ella, la detuvo por la espalda poniendo sus brazos alrededor de su cintura y la llevo de regreso al auto diciéndole “si serás malcriada, ven que te muestro quien…” le dijo mientras la sujetaba con fuerza contra la puerta del auto besando su cuello hasta llegar hasta sus labios y forzarle un beso.
Ella no podía luchar contra sus besos o su boca, que siempre la dejaban deseando más, ella sabia que él era demasiado fuerte que no tenia sentido luchar, él con sus besos la desarmaba por completo y si, sus besos la hacían olvidar y la trasportaban a otro lugar, un lugar de donde ella no deseaba regresar. Ella quería quedarse ahí con él, congelar el tiempo, detenerlo, ahí en sus brazos sintiendo su olor, su piel y es que él olía a playa, a brisa fresca, a mar, arena, sol a luna.
Él se detuvo y ella miro al cielo y vio a la luna y se pregunto a si misma ¿serán sus besos o será la luna que me enloquece y me hacen olvidar mi nombre?, ¿Cómo se puede amar tanto a un hombre?, no es justo - Pensó apenas el dejo de besarla, ¡no es justo! – se dijo a si misma.
Como adivinando sus pensamientos él le dijo: te amo más de los que piensas, más de lo que te imaginas, quiero amarte siempre y para toda la vida, no quiero perderte y sobretodo no quiere cometer un error que ponga en riesgo un futuro contigo. Estoy aquí hoy porque te amo, que más necesitas.
– No entiendo, si me amaras querrías estar conmigo, no me rechazaras como lo haces, no dejarías pasar la oportunidad de estar conmigo. A mi no me importa lo que piense nadie, sólo me importas tú, pero me confunde y me enoja tanto rechazo de tú parte. Es como si me juzgaras mal, pensaras que soy demasiado atrevida, indecente. Tal vez si me hiciera la difícil te tendría comiendo en mi mano, pero yo no soy así y no voy a aparentar ser alguien que no soy para complacerte a ti. ¿Sera que te gusta la cacería y como sabes que me tienes servida en bandeja de plata, no te intereso o te faltan los dientes para comerme cuando me tienes en tus brazos?
– Candela no es eso, es que te respeto demasiado y …
– ¡Pues respétame un poco menos, que me hace daño tu indiferencia! O hazme el amor acá en el auto, demuéstrame que me amas, que me deseas y después empezamos con lo del respeto, ¿te parece? Le dijo al hombre casi gritando.
– Habla más bajo que si nos escucha un vecino y lo nuestro no es sólo físico, yo no quiero precipitarme, no quiero hacer de una hermosa historia de amor algo puramente sexual. ¿Será que a ti solo te interesa mi cuerpo? – le pregunto el hombre levantando la ceja.
– ¡Que cosas dices, pareces tú la mujer y yo el hombre!, tratando de convencerme de que espere un poco más. Le dijo riendo fuerte y burlándose de él.
– No sigas, que me vas a hacer enojar Candela y ….
– ¿Y que?, ¿no fuiste tú quien dijo que no importaba lo que yo hiciera tú nunca me dejarías de amar?, ¿Tal vez sólo te estoy probando? – le pregunto interrumpiendo.
– ¡Deja de interrumpirme, tú no dejas que termine una frase!, y si ese es uno de los tantos problemas que tenemos, que para ti todo es un juego, yo no se cuando algo es en serio o es en broma, ¡tu y tus cuentos!, “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”.- le respondió con tono de burla y a la vez molesto. Es tarde y mejor me voy antes que se me salga algo que empeore la situación y no quiero seguir discutiendo. – agrego. Hablamos otro día que tengas una hermosa noche, la mas linda, - le dijo despidiéndose menos enojado.
– Quédate, no quiero que te vayas, te necesito, te amo y eso no es cuento. ¿Cómo es que no te das cuenta, que te quiero a mi lado para hacerte feliz? – Lo miro con cara de tristeza.
– ¿Por qué no puedes ser la niña dulce, tierna y algo tímida que eras cuando te conocí? – Le pregunto suspirando él hombre.
– ¿Estarías soñando con otra?, yo nunca fui así y ese es otro problema que tengo contigo, me choca estar recordándote que soy una mujer y que tú me trates como una muñeca de porcelana que admiras desde una vitrina pero nunca tocas para no quebrarla. – le respondió Candela muy enojada.
Buenas noches – agrego
–Buenas noches Candela, prometo llamarte, apenas pueda. – Le dijo el hombre
–Ni te molestes, ya sabemos para lo que sirven tus promesas – Se despidió Candela subiendo las escaleras más enojada que cuando las había bajado hacía un rato.
Tal vez deba irme lejos, donde él jamás pueda encontrarme, tal vez sea el destino que no quiere que estemos juntos. Ese hombre hace hervir mi sangre y sus besos hacen que pierda la memoria y yo me encienda por dentro como un hermoso puente con muchas luces de colores, por más que intente él nuca entenderá que soy sólo así con él y con nadie más. ¿Que sentido tiene insistir?, yo no puedo ser quien él quiere que yo sea, él quiere a otra mujer, una que no soy yo y nunca voy a ser mientras este a su lado o lo tenga tan cerca de mi. Su olor, su piel, sus caricias sus besos, me ponen mal y no puedo evitarlo, todas las cosas que le haría si estuviera a solas con él, y es que ni me atrevo a decirle, porque diría que soy una descarada, una atrevida, una puta.
Tengo que olvidarlo, no debo seguir persiguiendo un imposible, pasarme la vida convenciendo a un hombre de que lo amo, que él es todo lo que necesito para ser feliz, no puedo, merezco mejor que eso. ¿Quedarme con alguien que no desea entender lo que siento y que le importa más el que dirá la gente que el daño que me causa su indiferencia? Tengo que olvidarlo y sacarlo de mi corazón para siempre, dejarme querer por alguien que me acepte como soy, con el volcán que llevo dentro. Alguien que no me diga que me tiene que proteger, sino más bien alguien dispuesto a enfrentar el mundo conmigo. Alguien que me ame sin medidas, sin límites y con todo su corazón.
Me gusta eso para un cuento – pensó Candela.
Habían
pasado cuatro días, y el hombre que prometió llamar aun no lo hacía.
Él iba
manejando en su camioneta pensando en Candela, en todas las cosas que se habían
dicho, por mas que lo intentaba no dejaba de pensar en ella, en su rostro, en
sus labios, en sus besos, en su cuerpo, se le hacia difícil concentrarse. Cuando
menos lo esperaba volvían las imágenes a su mente de aquella noche ellos solos,
abrazándose y besándose, como hubiese deseado él ser otro, sentirse menos
nervioso ante aquella mujer que él admiraba tanto, pero que a la vez le provocaba
un susto enorme que no sabía exactamente como mantener bajo control. Él quería
contarle todo y confiarle todos sus sentimientos, pero a la vez temía mostrarse
vulnerable y contarle sus secretos. Él no le contaba sus secretos a nadie.
¡Que imbécil,
que tonto fui, como no subí con ella a su apartamento! – pensó el
Esa loca es
un peligro, candela es un peligro para mi corazón, la verdad le tengo miedo,
quedarme a solas con ella, lo que eso representa. Sabiendo lo que los dos
sentimos, el uno por el otro, solos ella y yo en una habitación, de que hablar,
ahí nadie iba a hablar, las palabras iban a estar de más. Pretender otra cosa
es caerse a cuentos y si ella escribe unos cuentos hermosos llenos de pasión,
pero que pasa si yo no llenaba todas sus expectativas, ella siempre tan segura
de si misma y yo tan inseguro y tan pendejo cuando se trata de cosas del amor. Desnudarme
frente a ella, hacerla mía, entregarme a esa mujer, esa fiera, esa loca capaz
de volverme loco a mi con sus cuentos, sus ideas, sus historias de romances.
Ella es mi debilidad, con ella me siento vulnerable. La amo, la deseo, estoy
loco por tenerla en mis brazos, sentir su piel, apretarle contra mi cuerpo y
hacerla mía, mi mujer. ¿Pero y después que? , ¿Que hago si me hace perder la
cabeza y se me olvidan mis responsabilidades?, ¿que puede querer una mujer así
de mi? , tan directa, atrevida, pareciera no importarle nada y ¿como quedo yo ahí,
después de que me utilice?. ¿Será cierto que me ama o seré solo un capricho de
su corazón? Un personaje más de sus cuentos de amor, “mi inspiración” como a
ella le gusta llamarme a veces. Esa Candela es un peligro, yo la amo como nunca
he amado a nadie y eso me aterra y me paraliza, ¿que pasa si todo lo que ella
cuenta es mentira, si sólo soy un juguete? y yo acá sintiendo tanto por ella,
asustado de tanto amor y ganas que tengo de tenerla, tratando de darle el
puesto, el lugar, el respeto que ella merece y ella empeñada en seducirme,
provocarme, ahí en la calle, sin importarle quien nos vea. ¿Será así es ella con todos
los hombres que conoce?, ¿cuantos más habrá esperando por ella? ¿Será cierto
que es únicamente a mí a quien ama?, ¡cuantas veces me he escuchado ese cuento!
El hombre conducía
y pensaba, Candela, te necesito, quiero verte, besarte, sentirte en mis brazos,
sentir tú amor, hacerlo mio, escuchar tú voz, que me digas cuanto me amas, no
quiero perderte, se siente tan bien tenerte en mi vida –el hombre tomo el
primer cruce a la izquierda dio la vuelta, se regreso, cambio de ruta y fue en
busca de Candela.
Cuando la
vea, pensó, eso voy a decirle, que es ella, que siempre fue ella, la mujer que
me hace feliz, que pase lo que tenga que pasar y ya veremos como lo resolvemos,
trataremos que hacer que funcionen nuestras diferencias, pero no quiero
discutir más. No quiero más interrupciones para nuestro amor, “el que quiere
puede”, ella lo dice todo el tiempo, y si es por querer ambos queremos,
tendremos que hacer algunos ajustes, sobre todo ese carácter tan impulsivo que
ella tiene. Va a tener que aprender a controlarlo y yo bueno por donde empiezo,
por empezar a creer más en ella, en dejar que ella me ame a su manera sin
cuestionar sus intenciones constantemente con mis inseguridades.
¡Que vaina!,
¡porque la vida tiene que ser tan complicada y yo tan enamorado! Y si, cuando
la vea se lo diré, que estoy enamorado de ella, que fui un tonto por no decírselo
y dejarla pensar que la distancia y el rechazo que ella sentía era que no me
interesaba. Que es mas bien todo lo contrario, si por mi fuera estaría con ella
todos los días, pero temía que las cosas acabaran mal y yo completamente
destrozado. Miedo, era miedo, miedo a tenerla, miedo a hacerla mía y perderla
para siempre.
No quiero
perderla, no ahora – pensó el hombre, llegando al edificio de Candela y
estacionando la camioneta.
Toco el
intercomunicador varias veces, pero Candela no contesto, se asomo al
estacionamiento y vio su auto estacionado y pensó que seguro estaría tomando un
ducha, apenas alguien salió por la puerta, el aprovecho para entrar al edificio
y esperar frente a su puerta.
Subió las
escaleras y hasta llegar al piso dos. Ahí espero unos minutos frente a su
puerta antes de tocar el timbre.
Nadie respondió,
no había ventanas visibles para ver si había luz en el departamento pero pensó que
ella por la hora tendría que estar en casa, timbro varias veces y nada, pensó que
tal vez ella seguiría muy enojada con él y por eso no habría la puerta. Golpeo
la puerta diciendo: Candela abre sé que estas ahí, sé que estas molesta por que
no te lláme, pero acá estoy, para que hablemos y abre la puerta no seas terca.
Fue cuando pensó que tal vez estaría en la piscina o el los jardines del
edificio y pensó en dar una vuelta antes de irse, cuando se disponía a bajar
las escaleras sintió que una puerta se abría, se regreso a ver a Candela, pero sólo
era la vecina de al lado que había decidido asomarse por el ruido que él había estado
haciendo.
Cuando lo
tuvo de frente le dijo.
– Mijo,
Candela no está y no la espere que no va a volver – le dijo la vecina
– ¿Cómo, a
donde se fue? –le pregunto el hombre.
– Salió con
dos maletas esta mañana, rumbo a ¿Paris, Bélgica u Holanda?, la verdad no
recuerdo bien – le respondió la vecina. Solo sé que dijo que no volvería jamás,
que si un hombre con la mirada triste venía preguntando por ella, que le dijera
que ella se había cansado de esperar por él. – le dijo la mujer. Así que ya
sabe mijo, no vuelva más por acá, y no la busque que no la va a encontrar.
El hombre sintió
un nudo inmenso en la garganta y pregunto sin saber de donde salieron las
palabras que se escucho decirle a la señora, ¿Cómo sabe que el mensaje es para mí?
– ¡Porque
no imagino hombre con la mirada más triste que usted!, tome para que seque sus
lágrimas, dijo la mujer extendiéndole la mano. Él no vio el pañuelo que trataba
de darle la señora, pues las lágrimas que corrían por sus ojos y que él trataba
con tantas fuerzas de detener le nublaban la vista, salió rápidamente del lugar
y se marcho con una pena más oscura que la noche en el alma.
“Las cosas
que perdemos por miedo a perder” – recordó
el hombre, viendo la luna en el cielo como brillaba.
FIN
Cuentos de
Candela
JP