sábado, 28 de enero de 2012

Cicatrizo bien

Viendo mis brazos y mis manos, pienso que cicatrizo bien.

Recuerdo la vez que caminando sentí un fuerte ardor en mi brazo derecho
y cuando lo vi estaba cubierto de sangre, había una enorme herida abierta
de más de 10 centímetros.
Yo estaba caminando en un estacionamiento, pensando en algún cuento
y sin darme cuenta lastime mi brazo en algún lugar incierto.
Al ver la herida y la sangre me pregunte,
¿Como sucedió esto?, ¿en que momento?

Decidí entonces como un detective retroceder y buscar la escena del crimen.
Camine varios pasaos atrás buscando pistas y rastros de sangre.
Hasta que por fin encontré que había pasado por un muro en el cual habían dejado,
por olvido, descuido o inconciencia una lamina de metal y fue con ella que
corte mi brazo al pasarle tan cerca y rozarla con mi piel.
Yo le eche nuevamente un vistazo a la herida y pensé.
Menos mal que cicatrizo bien.
De la enorme herida sólo quedo una pequeña rayita de dos centímetros
y un recuerdo para toda la vida.

En otra ocasión años más tarde me dispuse a cortar un croissant para rellenarlo
de jamón y queso, tomé un enorme cuchillo para cortar pan.
Era un cuchillo nuevo que había traído de Canadá, era suizo,
todavía lo tengo en mi cocina y le tengo mucho respeto.
Lo cierto fue que esa mañana estaba yo pensando en sabe dios
que cuento, cuando tome el cuchillo en la mano derecha y el pan
con la mano izquierda sin colocarlo antes en un plato.
Simplemente tome la decisión de rebanar el pan en dos sobre mi mano,
rebanando no solo el pan, sino la palma de mi mano por igual.

¿En que estaba pensando? Fue mi primera pregunta al sentir ardor y dolor
¿En que momento me volví  yo tan estúpida?
¿Seria el hambre? ¡Que no me dejo pensar que estaba cometiendo un error!
El cuchillo cayó al piso junto con la sangre.
¿Podre volver a cortar con ese cuchillo? Me pregunte
¿Será higiénico cuando lo lave?
¿Tendré que desinfectarlo? o ¿será mejor tirarlo?

La sangre no paraba de correr por mi mano, el croissant termino en el piso
y a mi se me quito el hambre.
Recuerdo que las rodillas me temblaban como cuando tenía
un examen para el cual no había estudiado.
Ya no sentía dolor estaba yo más bien pálida.
Cuando me calme pensé
¡Menos mal que cicatrizo bien!
 

Puse la mano bajo el chorro de agua fría, luego amarre la herida con una venda limpia.
Hoy día cuando veo la palma de mi mano izquierda, veo que alargue mi línea de vida,
con un cuchillo suizo, nunca más se me olvida.
De la enorme herida de más de seis centímetros,
sólo quedo una cicatriz de tres y un recuerdo para toda la vida.

En mi corazón también tengo algunas heridas muy profundas,
que a veces todavía sangran y yo lloro, me tiemblan las rodillas.
No se ven las heridas o las cicatrices, no se pueden medir en centímetros.
No les puedo poner una vendita.
Nunca se me olvidan, son recuerdos para toda la vida.

Me tranquilizo al recordar que cicatrizo bien

2 comentarios:

Alan Rogers dijo...

Interesante relato!!! Bastante visual. Como le tengo miedo a la sange me desmaye dos veces antes de llegar al final. Y ya sé que eres un peligro con un cuchillo en la mano... hahaha... Las musas no te abandonan y eso es muy bueno. Besos y abrazos querida amiga.

Anónimo dijo...

Hola Johanna, cada dia vas a mejor.
"Adelante ...no hay camino ...se hace camino al andar..."