martes, 6 de septiembre de 2011

El cuento del sapo


Mi amigo Alan me escribió un día:

“Hoy trate de convertir una brizna de grama en una rosa y se convirtió en un sapo. Por lo menos no les cambie el color: verde”

Me causo mucha risa y curiosidad aunque no logre entender el comentario, así que le pedí que me explicara de qué se trataban sus palabras.

Alan nuevamente me escribió:
¡Lo del sapo es una broma!
“Significa que en la vida las cosas no siempre resultan como nosotros queremos. Entonces debemos alegrarnos o conformarnos con los resultados obtenidos y seguir intentando.”

Yo pensé mi amigo es muy sabio, como el maestro “Shifu” de la película “Kung fu Panda”.

Su respuesta nuevamente me dejo pensando. ¿Que tiene que ver su comentario con nuestra conversación inicial? Yo hablo de peras y el me responde con manzanas y luego me pregunta ¿si me puede hipnotizar? Que ya una vez hipnotizo a su hermano, pero el resultado no fue el esperado. ¡Lo hizo dormir por 12 horas seguidas como un tronco!

Yo comienzo a llamarlo Shifu en broma y el me escribe:
PS. Así se escribe Shifu en chino: 師父

Yo pienso que todas las mujeres deberíamos tener a un Alan en nuestras vidas. Me considero muy afortunada de tenerlo como amigo.

Si ahora recuerdo que al comienzo de nuestra conversación me pregunto que hacia despierta a las dos de la mañana.
Yo le dije que sufría de insomnio. Bueno esa pueda ser la razón por la cual me imagino mi amigo Alan me quiera hipnotizar. ¡Pero regresemos al cuento del sapo!
“En la vida las cosas no siempre resultan como nosotros queremos”

¿Mi querido “Shifu” que dirías sí te cuento que tengo el don de hacer mis sueños realidad?


Es el don o “súper poder” de mentalizar algo durante un tiempo prolongado y lo que mentalizo se hace realidad. Puede tomar semanas, meses o un par de años, pero sucede siempre y sin falta. Mi mente es muy poderosa y lo hago desde que era niña y siempre me ha dado resultado.

Las reglas son simples:
No creer en imposibles, saber exactamente que quiero obtener, que lo que desee no perjudique a nadie, pensar todos los días en lo mismo y verlo realizarse como quien ve una película. Imaginar que sucede y como sé lo cuento a la gente más cercana.

Cuando no me funciona es porque:
Dos o más ideas en mi mente chocan, se contradicen o deseo más de dos cosas a la vez. Cuando no estoy segura si quiero en verdad ver ese sueño o meta hecho realidad, sí siento temor, pierdo el enfoque, cambio de pensamiento o dejo de pensar en lo que deseo obtener y finalmente me rindo y escojo otro camino.
Cuando algo no se me ha dado, por la razón que haya sido siempre pienso que es por que no me convenía, por que no iba a ser feliz con el resultado.
“Entonces debemos alegrarnos o conformarnos con los resultados obtenidos y seguir intentando.”

Me considero muy agradecida con Dios por este don de tener una mente capaz de haber logrado hacer tantos sueños y metas realidad. Soy muy exigente como tú mismo te has dado cuenta y no me conformo o me rindo fácilmente y no conozco de derrotas.
Me gusta la pelea limpia y las cartas sobre la mesa. Soy impaciente y me cuesta esconder mis sentimientos.

Si bien tengo el don de hacer mis sueños realidad no tengo control sobre los sentimientos o reacciones de los demás y es ahí donde las cosas se complican, pues no estamos solos en este mundo y nuestras decisiones, deseos, metas afectan a segundos y a terceros.
Es ahí donde aplica para mí que “en la vida las cosas no siempre resultan como nosotros queremos” así y logremos lo que deseamos con todo el corazón.

“seguir intentanto”

Hace poco me encontraba sobre un famoso puente en Praga pidiendo tres deseos. A pesar que había dicho que ya no pediría más deseos por temor a que se cumplan y tener que lidiar luego con los resultados.
El miedo puede paralizarte aprendí y el correr rápido en tacones por Praga también me detuvo por un rato.
Sin embargo pedí mis tres deseos por eso de no creer en imposibles y seguir intentado. ¡Ya te contare si dio resultado!

FIN



Otro día yo le escribí a Alan:
¿Hay que besar muchos sapos para encontrar a un príncipe?

Alan respondió:

“Te equivocas. Hay demasiados sapos que les gusta besar y muy pocos príncipes. Tontas las que se dejan besar por esos sapos.
Bueno si aplicamos las reglas de la lógica exacta y de la teoría quántica universal, como no tengo una cola de tías esperando a que las bese entonces debo ser un príncipe y no un sapo”

Así que si hay alguna princesa allá afuera interesada en un príncipe de 36 años soltero, sin hijos viviendo en Madrid, les puedo presentar a mi querido amigo Alan.

¡Abstenerse princesas demasiado exigentes!

A mí me encantaba hacer de cupido en la escuela primaria, pero ese es tema para otro cuento, uno para el 14 de febrero.


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