miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mi tobillo y mi corazón


Mi corazón quiere que les cuente algo que a mí no me gusta recordar, pero es muy insistente y no me deja en paz.
Así que hoy les cuento de uno de los días menos felices de mi vida, pero lo voy a contar sin mucho detalle para no tener que ponerme a llorar. Soy bien llorona, digo más bien sentimental. Mi madre siempre me dice que tengo que ser fuerte y que solo llore cuando ella no este más. La mayoría de la gente que me conoce piensa que soy más fuerte que un roble y que puedo esconder muy bien mi infelicidad.  A mi me gusta llorar de vez en cuando, después que lo hago, me siento fuerte y nada parece poder tumbarme, solo mi tobillo y mi corazón que están extrañamente conectados.
La ultima vez que estuve en Praga, se me ocurrió la brillante idea de irme a caminar por la ciudad, donde las calles estas hechas de piedras, en tacones altos.
Caminando muy rápido y sin pensar en lo arriesgada que estaba siendo me torcí el tobillo. Arriesgada porque sé, desde hace muchos años que no puedo usar tacones altos y menos correr con ellos por caminos con desniveles.


El doctor me lo prohibió hace mucho tiempo atrás, cuando me dijo que debía operarme y poner unos clavos para repar mi tobillo lesionado, luego de un accidente en el colegio jugando basketball, donde mis compañeros sin querer me tumbaron y de una mala caída se lesiono mi tobillo para siempre.
No, no fue un buen día ese, todavía me duele el recuerdo como si fuera ayer.
En la sala de emergencias el doctor me dijo que debían operarme el tobillo si deseaba caminar bien nuevamente y colocar clavos para arreglas los ligamentos lesionados. No era posible pensé entre lagrimas y ¡le dije que no al Doctor, que tenia que haber otra opción!
De ninguna manera iba a permitir una operación en mi pierna. ¿Quien quiere ver a una bailarina de jazz (yo bailaba Jazz y Hip hop en aquella época) con una cicatriz en la pierna? El Doctor me sometió a varias radiografías y torció mi tobillo inflamado del tamaño de una calabaza de un lado para otro mientras yo gritaba del dolor y las lagrimas corrian por mis mejillas. Sí solo pudiese retroceder el tiempo un poco, minutos antes de la caída, negarme a jugar basketball, o no ser tan arriesgada, pensaba ese día.


El doctor no trato de convencerme más y me dijo que entonces tendría que enyesar mi pierna por varios meses, que ahora no recuerdo si fuero 4 o más, lo borre de mi mente.
Me dijo que no usara tacones altos por el resto de mi vida y que estuviese pendiente de cualquier desnivel o escalón del piso, si no quería volver a caerme y lastimar mi tobillo nuevamente. Que nunca mi tobillo volvería a ser el mismo y quien sabe sí mas adelante, tendría igual que poner los clavos para sostenerme.
Yo me fui con mi yeso de la clínica, pero decidí que mi mente era más fuerte y le enviaría todos mis pensamientos positivos a mi tobillo para sanarlo y poder bailar nuevamente. La autosanación la aprendí de mi madre, que tomo muchos cursos y leyo muchos libros de este tema, ella me decía que la mente era capaz de sanar todo, si creemos que podemos. ¡Gracias Madre!
Al año ya yo estaba bailando nuevamente como si nada y mejor que nunca, ganando diplomas, trofeos, como premios en dinero, gane muchos concursos de baile, pero no use más tacones.
Esto fue cuando de adolescente vivía y estudiaba en Alemania con mi familia.


Cuando regrese a Venezuela a los diecisiete, una noche que me preparaba para ir a un concierto de un grupo famoso que me gustaba mucho en Maracaibo, no vi un escalon y nuevamente el dolor, la hinchazón en mi tobillo y la rabia e impotencia en mi corazón. Esa noche nunca la olvido tampoco, me la pase sentada viendo como todos bailaban a mí alrededor en el concierto y yo sin poder levantarme de la silla.
Esa vez mi tobillo se recupero más rápido aun y sin necesidad de ir al doctor o de un yeso y una vez recuperado mi tobillo yo continúe bailando. Bailaba por horas seguidas, estaba en Maracaibo en casa de mis amigas y no las pasábamos cantando y bailando todo el día. Sólo en las noches yo lloraba por mi tobillo y por mi corazón roto. Durante el día yo era fuerte como un roble nuevamente.
Una año más tarde estaba yo bailando en “Sábado Sensacional” en Caracas, un programa de televion donde se presentan artistas, yo me sentía feliz como en una nube. ¡Ese fue un gran día y una gran noche! Yo eran tan buena bailarina, que Ricardo Peña, él productor del programa me pregunto que sí quería pertenecer al grupo de bailarines que se presentaban con frecuencia en el show de televisión. Yo feliz, pero a mi madre no le gusto la idea para nada y yo no insistí. No era mi época de rebeldía, yo todavía les obedecía en todo a mis padres.
Hoy día pienso que fui muy tonta de no insistir y alejarme de mi sueño del baile, pero otras cosas ocurrieron que sé que jamás hubiera experimentado si me hubiese quedado sólo con el baile. Por otro lado mi tobillo estaba roto y mi corazón no me daja olvidarlo. Mi carrera como bailarina hubiese sido muy corta.


La tercera verz que me torcí el tobillo vivía en Caracas y tenia 21 años, nunca lo olvido tampoco, pues estaba preparando el viaje de mis sueños a Italia. Un recorrido de 3 semanas por Milán, Roma, Venecia y Florencia, me iba de viaje con mi madre. Yo trabajaba para United Airlines y tenia los boletos prácticamente gratis, estaba muy emocionada con el viaje. Faltaban pocos días y yo estaba haciendo la maleta en mi apartamento en Caracas. Vivía sola en un apartamento, pero tenía un novio desde hacía meses y nos veíamos casi todos los días, estábamos muy enamorados o eso creía.
Buscando un suéter en lo alto del armario me pare de puntillas y recuerdo el sonido de algo rompiéndose, el dolor tan fuerte que sentí en todo mi cuerpo y la sensación caída libre al suelo. Solo pensaba en mi viaje por Italia, que tenia que cancelarlo no iba a poder caminar, nuevamente las lágrimas corrieron ese día. Me dije a mi misma que esto no era nada, que pronto el dolor pasaría y que claro que me iría a Italia. No iba a cancelar yo nada. Recuerdo que mi madre llego a Caracas, pues vivía en Maracaibo y me vio como cojeaba y cuando vio mi tobillo hinchado y morado, lo primero que hizo fue llevarme a la clínica de emergencia. El doctor rompió mis blue jeans nuevos (marca Benetton) con unas tijeras y me dijo luego de ver las radiografías, que tenia que operarme y colocar clavos.  Explico todo el procedimiento fríamente como si nada, hasta el tamaño de la cicatriz que me iba a quedar en la pierna. Yo mire a mi madre como diciéndole, ¡sácame de aquí antes que me de un ataque!
Me rehúse a la operación y Salí de ahí con un yeso en la piena y mis pantalones nuevos rotos.
Le dije a mi madre que buscaría una segunda opinión, que no cancelaría el viaje.


Esa noche recuerdo que llame a mi novio para contarle lo mal que me sentía y el sólo dijo que no me preocupara que todo iba a estar bien, que me hablaría al día siguiente para saber como seguía. Yo recuerdo pensando que ahora tenia dos problemas, uno mi tobillo y otro un novio frío y distante que ni siquiera se ofreció en venir a visitarme para consolarme por mí mal día.
Yo pensé que sí fuese él, el que estuviese triste y lesionado, yo hubiese agarrado el auto para estar a su lado, pero hay personas que solo quieren estar con nosotros en las buenas y no en las malas, recordé ese día.
Al día siguiente fuimos a otro Doctor, que Dios lo bendiga, donde quiera que sé encuentre hoy. El me quito el yeso, vio las radiografías me inyecto un liquido en el tobillo con una jeringa (algo que le dan a los deportistas) y me puso a caminar en cinco minutos.
Me dijo que disfrutara por Italia, que no usara tacones altos sino para fotos, y que viera bien por donde caminaba para evitar lesionarme el tobillo. Pero que si nuevamente me lesionaba y era lo más seguro, que reposara mi pierna y no dejara que me operaran el tobillo.


Me fui a Italia y disfrute al máximo mi viaje con mi madre, tenemos miles de anectodotas graciosos y regresamos muy unidas. En Venecia pedí un deseo de amor, que mi corazón quería, ya que sabía que apenas regresara a casa, debía terminar con mi novio que no me merecía, ya que él no había sido capaz de consolarme aquel día, pero eso es historia para otro cuento.


Así que ya saben quien fue la culpable de que me torciera el tobillo en Praga por andar corriendo en tacones altos.
¿Que por que la conexión con mi corazón? Andaba yo ignorando lo que él me decía, como muchas veces, él tratando de decirme algo y mostrándome señales por todas partes y yo ciega y sorda ante sus latidos, corriendo con mi cámara tomando fotos a los enamorados por la ciudad sin querer escucharlo.


Mi corazón se enojo conmigo en Praga y mi tobillo lo sintió y los dos quisieron darme una lección para que bajara el ritmo y me sentara un rato a escuchar lo que quería decirme.
¿Y que quería decirme mi corazón, que yo no quería escuchar por andar corriendo en tacones altos por la ciudad?


Mi corazón dijo, entre muchas otras cosas y no paraba de hablar:

Inicie un viaje para olvidarte,
Sin darme cuenta te lleve conmigo a todas partes.
Te mostré los puentes, estatuas y caminos.
Los trenes, barcos, Las calles y sus ríos.
Las gentes y sus obras de arte.
Estuviste a mi lado en todo instante
Y yo simplemente sin conseguir olvidarte.
                                               (Del cuento de mi blog “De viaje”)


Mi tobillo esta bien y mi corazón también, ambos son muy fuertes, no importa cuantas veces salgan lesionados, ellos siguen corriendo, saltando, bailando, latiendo y amando.
El sábado me puse tacones altos para ir a una fiesta y mi corazón me dijo que anduviera con cuidado. ¡Tengo un corazón muy mandón y enamorado!

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