martes, 30 de agosto de 2011

Los reyes y su princesa


Hay cuentos que son muy difíciles de escribir hasta para mí que soy un libro abierto, son cuentos que requieren de mucho valor para ser puestos en papel. Tengo que trasladarme a un lugar en el tiempo muy profundo en mi corazón para que él les pueda hablar sin ser juzgado por la lógica o la razón.
Hay cuentos a los que les tengo miedo por su alto contenido en sentimientos. Este es uno de ellos, porque una vez haya visto la luz del sol no podré encerrarlo de nuevo en lo profundo de mi corazón. Es un cuento de esos que durante años preferí olvidar, pues es de esos que me hicieron llorar.


Érase una vez…un rey y una reina que tenían una princesa que crecía feliz en su castillo en un reino divino donde todo era seguridad, paz y armonía.
Los reyes le dieron a su princesa todo el amor, compresión y buena educación, necesarios para una princesa. Pusieron todo de su parte para hacer de su hija una princesa de buenos modales, educada y correcta.
Los reyes le hablaron de valores y principios, le pusieron límites, pero tan bien  le dieron libertad y alas para volar para poder hacer sus sueños realidad.


La princesa crecía feliz y  sabia que podía hablar con los reyes de cualquier tema, que con ellos siempre contaría para hablar de sus penas y alegrías.
El rey le leía cuentos en las noches y la reina la llevaba en el día a todos lados en su coche. ¡Eran los padres perfectos para una princesa y ella nunca cuestionaba sus decisiones!


Un día la princesa conoció a un príncipe azul y se enamoro. Ella estaba segura de lo que sentía aunque fuese la primera vez que su corazón le hablara de amor. Ella sabía que había encontrado al hombre de su vida por la sensación que tenia de mariposas en el estomago cada vez que de lejos lo veía y por latidos fuertes de su corazón cada vez que escuchaba su voz. No era solo química, era una explosión en la escala de Richter cada vez que el príncipe se le acercaba.
La princesa nunca había sentido algo igual o parecido, estaba emocionada y feliz de haber encontrado a su otra mitad, su media naranja, su príncipe azul.


Los reyes sabían de la existencia del joven príncipe y le permitieron que le hablara y que cortejara a la princesa, le abrieron las puertas del castillo para que la visitara y dejaron que el amor entre ellos floreciera sin ninguna objeción.  
Les dieron libertad para que vivieran su amor, el más puro amor.

La princesa se sentía la más feliz de reino junto a su príncipe a quien amaba cada día más, y él le correspondía, y le decía que era ella, quien gobernaba en su corazón.

El príncipe azul, que era todo un caballero, le cantaba canciones y le escribía poemas de amor, le contaba de su vida, sus sueños, le confiaba sus secretos. Le decía cuanto la amaba, que aunque ella ya lo sabía y no dudaba de su amor, era lo que más le encantaba escuchar de su príncipe  azul.
La voz del joven príncipe era la más hermosa canción para los oídos de la princesa enamorada, nunca se cansaba de escucharlo cantar y se sentía fascinada con la sinceridad de las palabras del príncipe.
Todo lo que él decía le llegaba directo al corazón.
Su amor crecía con cada día que pasaba. Cuando estaban juntos todo era perfecto, como cuando estas en un hermoso sueño y solo deseas detener el tiempo.


Un día los reyes le informaron a la princesa que se marcharían del reino a otro muy lejano donde no se puede llegar en coche o en velero. Que no sabían por cuanto tiempo, pero que algún día seguro volverían.
La princesa llena de tristeza y con el corazón echo migas, le contó a su príncipe que pronto partiría a otro reino muy lejano y no sabía cuando regresaría. 
El príncipe le dijo que el siempre la amaría sin importar la distancia. Prometió nunca olvidarla y le dijo que la esperaría hasta que ella regresara  algún día. Que el estaba seguro de lo que sentía, que un sentimiento tan fuerte no es algo que se encuentre todos los días.


La princesa lo escucho hablar sin decir o prometer nada, no hacia falta. Ella ya lo sabía, que jamás volvería a amar a otro como amaba su príncipe aquel día. El era el amor de su vida. Ella sabia que no iba a ser fácil la despedida o el día a día sin su príncipe, sin el amor de su vida.


La princesa se marchó del reino dejando su corazón con el príncipe y pasó el tiempo pero ella nunca lo olvido. Se intercambiaron cartas y fotografías, En las  cartas se contaban cuanto se amaban todavía.


Hasta que finalmente un día, los reyes y la princesa regresaron de vacaciones al reino. La princesa no había dejado las maletas en el suelo, cuando salio corriendo a llamar a su príncipe, se moría de las ganas de verlo. El llego sin perder tiempo para reunirse con su princesa, a quien todavía amaba a pesar del tiempo y la distancia. El amor que sentían era más grande que el universo. Apenas se vieron se abrazaron fuerte.
El le dijo algo al oído que ella entendió perfectamente.
El la beso con pasión y ella sintió como el piso tembló, el tiempo se detuvo y las mariposas en su estomago salieron volando de su cuerpo. Ella sentía que caía a toda velocidad como en el cuento de “Alicia en el país de las maravillas”
Pero sabia que era su príncipe quien la sostenía en sus fuertes brazos y nada malo podía pasarle, se sentía feliz de estar finalmente con el amor de su vida.
Cando la princesa miro a su príncipe a los ojos, no hicieron falta palabras ni explicaciones, los dos sabían que se amaban y solo deseaban detener el tiempo para estar juntos de nuevo.   


El tiempo pasó volando y las vacaciones acabaron, los príncipes nuevamente tenían que despedirse y la princesa cada vez más triste no deseaba alejarse nuevamente de su príncipe. Sin embargo no puso ninguna objeción a la decisión de los reyes y nuevamente se marcho dejando su corazón como lo había hecho antes con el príncipe, quien le prometió esperarla y amarla hasta que ella regresara para estar con él otra vez.


El tiempo sin el príncipe pasaba muy lento, los días parecían meses, los meses años y los años siglos. Hasta que un día la princesa volvió al reino donde había dejado al príncipe esperando con su corazón. En lo primero que pensó fue en buscar a su príncipe, pero este no apareció. Le dejo un mensaje en su castillo y no le quedo más remedio que esperar que su príncipe la buscara a ella. La pobre princesa no sabia que pensar y se comenzó a impacientar, las princesas no poseen paciencia, cuando aman o les roban el corazón son como un volcán a punto de estallar.


El príncipe azul que poseía la calma y la paciencia del océano finalmente apareció, pero esta vez no la tomo es sus brazos, simplemente le regreso su corazón, y le dijo que ella  había llegado en un muy mal momento. Que él se había cansado de esperarla sin saber si ella regresaría algún día. El continuaba hablando y la princesa lo escucho en silencio sin decir  palabra, prestando atención a sus reproches. “De lo mal que él sin ella había estado, de lo bien que seguro ella lo pasó en el otro reino lejano rodeada de príncipes en sus caballos”. “¡De porque ella se fue y lo abandono en vez de quedarse a su lado!”


 La princesa no entendía las palabras, los reproches  o la actitud de su príncipe azul, no era el mismo que hacia tan solo unos años atrás le juro amarla por siempre. El príncipe le dijo que necesitaba tiempo para resolver asuntos pendientes en el reino y que él la buscaría nuevamente.


¿Adonde se fue su amor? Pensó, igual no se atrevió a preguntar o contarle como sufrió sin su amor y como espero por años para verlo ese día y decirle que no lo había olvidado y que todavía lo quería como el primer día. Que no existían otros príncipes en su corazón, solo él. ¡Que su amor era puro y verdadero! ¡Que nunca lo abandono, le había entregado su corazón antes de irse para asegurarse de volver a su lado! ¡Que era ella la mujer de su vida, su princesa que estaba de vuelta!
No le dijo nada, tal vez por orgullo o por falta de confianza con ese extraño que le hablaba y su voz le recordaba al príncipe, a quien ella entrego su corazón y quien hoy era solo la sombra de su amor. El más puro amor.


La princesa lo dejo ir ese día sin despedirse  y se quedo con el corazón roto por dentro. No espero el regreso de su príncipe azul, tomo la decisión de dejarlo libre para que con otra fuese feliz.
No volvió a buscar a su príncipe y sintió alivio cuando dejo el reino, con todos y sus recuerdos, juro no volver a verlo ni llamarlo en pensamientos.
Ya no deseaba vivir o visitar aquel reino, donde habitaban tantos recuerdos.


Los reyes no hicieron preguntas y la princesa escondió sus lágrimas lo mejor que pudo. La princesa cumplió su promesa de nunca buscarlo, de no llamarlo ni con el pensamiento, lo dejo enterrado con todo y sus recuerdos el lo más profundo de su corazón.  

El tiempo paso y la princesa se recupero de su corazón roto y volvió a amar aunque nunca con la misma intensidad con la que amo a su príncipe azul.
Pasaron muchos inviernos y la princesa conoció a un príncipe valiente, uno que siempre cumplía sus promesas y la amaba con el corazón puro, pues era ella su primer amor. La princesa se sentía muy afortunada de haber encontrado a un príncipe tan valiente, quien no dudo en escalar los muros que ella construyo alrededor de su corazón, y le espero durante años hasta que ella le permitió acercarse lo suficiente. El no le temía  a los reyes en su castillo, ni a los dragones del reino, no creía en imposibles, ni en cuentos, el solo deseaba hacer feliz a una princesa, impaciente y malcriada, que le robo el corazón la noche en la que la conoció.


La princesa era feliz con su príncipe valiente, pero la voz de su corazón le decía que faltaba una pieza del rompecabezas para la felicidad completa. Ella se negó a escuchar el acertijo que su corazón le ponía y lo mando a callar  por andarse con tanto misterio y prefirió pedir audiencia con el rey, su padre y preguntarle a él por sabio, si  entendía lo que su corazón le advertía, ¿que no había encontrado la felicidad completa?


La princesa le explico a el rey que su corazón se sentía incompleto que faltaba una cualidad en su príncipe valiente, algo que a su lado no sentía, llámese pasión o química. Le contó al rey que tenían todo en común, las mismas metas y se hacían excelente compañía el uno al otro, Ella al lado del príncipe valiente se sentía segura y tranquila. El solo buscaba hacerla feliz y complacer todos sus deseos.


La princesa sin embargo le confeso al rey que pensaba dejar libre al corazón del príncipe valiente, por tal vez ser ella quien no lo amaba lo suficiente por no sentir en su corazón la pasión de un volcán ardiente.
El rey se tomo su tiempo en hablarle a la princesa como quien piensa bien sus palabras antes de expresarlas. Le hablo muy calmado a la princesa y le dijo que la pasión no era lo importante en una relación duradera. Que la pasión moría con los años como muere la grama en el invierno sobre la pradera.

Según el rey lo importante para ser feliz era la estabilidad, la amistad, los valores en común, el respeto por el espacio que se tienen en pareja. Que pensara todo eso antes de dejar a un príncipe tan valiente, correcto, bueno y tan enamorado que estaba de ella. ¡Que no se puede tener todo lo que se desea!


La princesa recordó lo que había sentido su corazón cuando había amado con pasión y lo que le costo recuperarse del desamor, del dolor de amar a alguien sin ser correspondido. ¡No quería tener que pasar nuevamente por lo mismo, amar a alguien con todo el corazón, con la pasión de un volcán, eso ya no estaba en sus planes, ahora deseaba amar con la lógica, con la razón y no le importo ignorar la voz de su corazón!


Años mas tarde la princesa se caso finalmente con el príncipe valiente, luego de que él cumplió todas las pruebas que ella le puso para comprobar la fortaleza de su amor. La princesa sabia  en el fondo de su corazón que faltaba una pieza para la felicidad completa, pero no le importo, ya que no se puede tener todo lo que se desea o eso fue lo que siempre escucho.


Los príncipes vivieron felices y contentos en su castillo en un reino lejano rodeados de seguridad, armonía, tranquilidad  y prosperidad. Hasta que un día luego de muchos años y muchos inviernos, no fueron felices más.
Su príncipe valiente ya no era el mismo de hacía años, no era feliz en el castillo ni en el reino lejano, deseaba paz y tranquilidad, algo que su princesa con corazón de volcán no le podía dar.


El corazón de la princesa le comenzó a hablar de la pieza del rompecabezas que faltaba en su corazón que completaba la felicidad.
 Le pidió a gritos que no lo ignorara más, que él se sentía solo y vacío, dejado en el olvido, y necesitaba su atención que lo escuchara por favor, que él estaba cansado y exhausto de gritar de tanta infelicidad.  Su corazón le pidió algo más, que no ignorara la pasión y los latidos de su corazón y comenzara a bailar que él necesitaba esa felicidad como ella necesitaba respirar.


La princesa tampoco era  la misma, ya no se reconocía cuando se miraba al espejo, necesitaba de un buen amigo a quien contarle un cuento o dos o tres, alguien que la conociera de toda la vida de otro reino, de una época feliz y sin tantas complicaciones, acertijos  y misterios. Necesitaba un consejero oficial para su reino.


Sin querer queriendo comenzó la princesa la búsqueda del consejero, pero no lo encontraba en su reino o en ningún castillo cerca o lejano.
Fue durante esa búsqueda  que  encontró sin “querer queriendo” al  príncipe azul del inicio del cuento, al amor que había enterrado en el fondo de su corazón, de quien se había olvidado, por quien estaba segura ya no sentir nada y sin embargo todavía recordaba cuanto lo amó y el sufrimiento que su perdida le causo.


La princesa escucho a su corazón y comenzó a bailar, él se lo agradeció latiendo con más fuerzas y llenándola de energía y de alegría.
Su corazón estaba contento y ella también. La princesa prometió escucharlo cada vez que él quisiera hablarle de algo importante y no andar por ahí ignorando las señales que están por todas partes.
Hasta que llego el día en el que la princesa escucho nuevamente la voz de su príncipe azul, de su amor perdido en el pasado de un cuento lejano. El más puro amor que ella conoció y que ……..



Continuara…………….

3 comentarios:

Alan Rogers dijo...

Hermosa reflexión de vida narrada en un cuento... ¿Que es más importante en nuestra vida: la ilusión de un pasado que no fue o la imperfecta realidad de lo que ya es? Todo lo mejor querida amiga.

Anónimo dijo...

Muy bonito. Un poco triste, pero esperanzadora la historia de la princesa... No te demores Johanna en ponernos la segunda parte. Desde ahora mismo la estamos esperando

Anónimo dijo...

Hola J.P,ante todo te felicito por compartir con nosotros tus Historias Del Corazon,las cuales e seguido y leido todas.Te admiro mucho por ser tan valiente.No todos somos capaces d urgar en lo profundo d nosotros mismos d esa manera.Este cuento q no es cuento me llego hasta la mas ultima fibra,lo lei en mi sitio d trabajo y tuve q retirarme,tiene un parecido muy grande a lo q yo vivi.Deseo d todo CORAZON q esa Historia,Cuento o mal llamada Reflexion q tu gratamente compartes con todos nosotros tenga un "Final Feliz".Asi q esperamos por la continuacion,Dios t Bendiga!