Mi hijo entra en mi habitación llorando con lágrimas en
los ojos que le corren por las mejillas.
¿Qué paso?, ¿que ocurre?, ¿por qué lloras?, le pregunto.
¡Mami se me derramo el chocolate caliente en la cocina!,
me dice con ojos tristes, lleno de lágrimas y gritando.
Que no llore, que eso no es nada, que ya paso,
que yo le preparo otro, le digo abrazándolo.
El continúa llorando, sollozando con tanto sentimiento
por el chocolate derramado.
Yo pienso ¿como será cuando le rompan el corazón de verdad?
Cómo me gustaría a mí poder llorar así abiertamente como lo hace el,
sin tener que explicar el por que de mis lágrimas.
Tengo que llorar a solas, no vaya a notar alguien que estoy triste, que sufro,
no me vayan a preguntar los motivos o razones de mis lágrimas.
Segundos antes de entrar mi hijo en la habitación yo lloraba,
apenas sentí la puerta seque mis lágrimas con una toalla.
En ese momento pensé, tengo que ser fuerte y mostrar mi mejor cara.
¿Cómo le explico mis lágrimas?
Sólo se que ya no puedo controlarlas,
que me duele mucho en lo profundo de mi alma y
se siente tan bien derramar algunas lágrimas.
Mi hijo ya calmado me besa y me abraza y me pregunta,
¿Mami por que lloras?, ¿por qué las lagrimas?
Yo lo abrazo y le digo lloro por tu chocolate derramado,
¡vamos a la cocina y nos preparamos dos ricas tazas!
Recuerdo las cosas que de niños nos hacían llorar y
que parecían como si el mundo se fuera a acabar.
Hoy se que todo pasa, que las cosas que antes
tenían tanta importancia, hoy no son nada.
¡No hay que llorar por el chocolote derramado
aunque nos duela en lo profundo del alma!
Y cuando pasé, por que siempre pasa,
tengamos una toalla cerca para secar las lágrimas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario