Cupido:
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Yo soy el dios poderoso
en el
aire y en la tierraY en el ancho mar undoso
y en cuanto el abismo encierra
En su báratro espantoso.
Nunca conocí que es miedo;
todo cuanto quiera puedo,
Aunque quiera lo imposible,
y en todo lo que es posible
mando, quito, pongo y vedo.>>
(Miguel
de Cervantes, Capitulo XX de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha)
Yo: ¡Y yo quiero un Mercedes último modelo!, pero no
me alcanza la plata. Te voy a envolver en papel periódico como a un plátano
verde, a ver si maduras.
Yo tengo complejo de Diosa por eso Cupido y yo nos llevamos bien, somos
panas de toda la vida, aunque él me flecho cuando yo era una niña. No es justo
encontrar al amor de tu vida cuando no se tiene cedula de identidad ni licencia
para conducir, y menos tarjeta de crédito
VISA o MASTERCARD. ¡Buena vaina que me hecho Cupido!
Cupido es hijo de Venus (Afrodita) la Diosa del Amor, la belleza y la
fertilidad y de Marte (Ares) el Dios de la Guerra. Su equivalente en la mitología
Griega es EROS. Es también llamado Amor en la poesía Latina y es en la mitología romana el dios del deseo
Amoroso. Se crio en los
bosques con las fieras, se formó hermoso como su madre, y audaz como su padre,
pero incapaz de ser guiado por la razón. Se le representa generalmente como a
un niño desnudo, alado y armado de arco, flecha y aljaba, con los ojos
cubiertos por una venda, que significa lo alejado del razonamiento que se
encuentra el amor, y que, mientras dura la pasión, no se ven los defectos del
ser amado. (Fuente Wikipedia)
<<El amor
no ve con los ojos, sino con el alma, y por eso pintan ciego al alado Cupido.
Ni en la mente de Amor se ha registrado señal alguna de discernimiento. Alas sin
ojos son emblema de imprudente premura, y a causa de ello se dice que el amor
es un niño, porque en la elección yerra frecuentemente. Así como se ve a los niños
traviesos infringir en los juegos sus juramentos, así el rapaz amor es perjuro
en todas partes. >> (William Shakespeare en Sueño de una noche de verano)
El juro que me amaría por siempre ¿Qué paso? ¿Cómo pudo
olvidar su promesa? Mi niño creció y ya no es mío, no me pertenece. ¡Cupido
solo tú tienes la culpa! No fue la casualidad, ni el destino, fueron tus
flechas en su corazón y en el mío.
Venus le regaló a su hijo arco y flechas de oro. Las flechas
eran de dos especies: unas tenían punta de oro, para conceder el amor, mientras
que otras la tenían de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud en los
corazones. A Cupido se le concedió el poder de que ni los hombres ni los
dioses, ni su propia madre ni aún su propio pecho fuesen inmunes a las heridas
que produjeran sus flechas. Pero Venus se preocupaba porque su hijo no maduraba
y no crecía, así que consultó con el Oráculo de Temis, que le dijo: «El amor no puede crecer sin pasión».
Venus entendió estas palabras hasta que nació su otro
hijo, Anteros que es el dios del amor correspondido y la pasión, o amor que
corresponde al primero, y con el que Cupido no siempre está unido. Por eso se
representa a Cupido como un niño con alas, para indicar que el amor suele pasar
pronto, y con los ojos vendados para probar que el amor no ve el mérito o demérito
de la persona a quien se dirige, ni sus defectos, mientras se fija en ella. Cuando
Anteros y Cupido andaban unidos, éste se transformaba en un joven hermoso, pero
cuando se separaban volvía a ser un niño con los ojos vendados, un amor
«travieso y ciego», como era representado. (Fuente Wikipedia)
Cupido es uno de los mayores iconos del amor, sobreviviendo a la antigua mitología para formar parte del colectivo contemporáneo y es unos de los símbolos del día de San Valentín, o día de los enamorados junto a los corazones rojos y bombones de chocolates. Cuándo se está enamorado todos los días son como el día de San Valentín. Yo estoy sudando la gota fría, porque ya faltan pocos días y Cupido no aparece por ningún lado. ¿Qué voy a hacer, llamar al Chapulín colorado?
¿Dónde está el Amor? Niño
travieso e imprudente, ¿qué voy a hacer contigo? El amor parece ser no solo
ciego, sino también sordo. Inútil apurar el Amor, forzarlo a que aparezca
cuando queremos que diga: Presente. ¿Que al amor hay que inyectarle pasión para
que crezca? Vaya pasión es mi segundo nombre. ¿Qué sabemos de pasión? Yo puedo transformarme en un Tsunami, en un volcán,
en un tigre salvaje, en Candela, ¿Qué será de la vida de Candela? ¡Llamen a Candela! Suelten los tigres que en
el amor y la guerra todo se vale y yo necesito que Cupido aparezca, tenemos una
misión. Es hora de hacer lo invisible, visible.
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