martes, 24 de abril de 2012

Noche de chicas, parte 1


El viernes nos reunimos las chicas, en Chilli’s un sitio Mexicano de Erlangen, la comida ahí es buena, y los cocteles deliciosos.  Éramos siete chicas en una mesa tomando bebidas en copas grandes y riéndonos fuerte. Cuarto argentinas, una peruana y dos venezolanas.
Al día siguiente me desperté pensando, che tengo que escribir el cuento de la salida de las chicas. ¡Si mis pensamientos amanecieron con acento argentino! Que risa como se pegan los acentos de las amigas.

El miércoles recibí un mensaje de mi amiga argentina que había llegado bien a casa acá en Alemania luego de pasarse unas largas vacaciones en  Argentina y quería vernos a todas las amigas de ser posible el viernes por la noche.
Enseguida yo le respondí que contara conmigo, yo fui la primera de siete en responder.

Recuerdo que hace tan sólo una semana atrás me llama otra amiga por teléfono, una peruana muy querida que vive en el mismo pueblo donde yo vivo, diciendo con tono muy alegre:
– Mujer, que bueno que te encuentro en casa, que felicidad, quería preguntarte si querías salir. Yo sé que tú nunca sales mujer, (agrego riendo) pero es que hace mucho que no nos reunimos (como dos semanas) y tengo muchas ganas de tomarme un vinito contigo y con unas peruanas amigas que también conoces, y le voy a decir a nuestra amiga colombiana vecina para que nos acompañe – dice riendo.

Yo no puedo contener la risa y le digo a mi amiga:
– Si ya sé que tengo fama de rumbera y de que no paro una noche en mi casa. Lo que pasa es que estoy hoy en casa porque no hay zumba y estoy cenando justo ahorita con los chicos, en otras palabras para ir a cenar con ustedes no me apunto, pero si quieres nos podemos ver para tomarnos unos cocteles más tardecito – le respondo.

– No mujer, si es que no te estoy llamando para que salgamos hoy, te llamo para que le preguntes a tú marido si se puede quedar con los chicos el jueves por la noche para que salgamos las chicas a cenar y tomar algo. Yo no soy de invitar y organizar algo para el mismo día, me gusta hacerlo con tiempo, yo no soy tan espontanea – me dice mi amiga
–Entiendo, tú no eres Venezolana, pata caliente y tan salida como yo – le digo riendo,  pensando que ese comentario sólo puede aumentar la mala fama que ya tengo.

Mi amiga esta que revienta de la risa por el teléfono y me dice:
–Mujer pregúntale a tú marido ya mismo para que me des respuesta y poder seguir llamando  y animando a las chicas a salir el jueves.

Mi esposo que está sentado frente a mí en la mesa cenando la deliciosa comida que yo le prepare y escuchando la conversación a medias que tengo con la peruana, ya sabía lo que venía.
–Mi amor es mi amiga peruana, ¿que si me das permiso para salir el jueves? – le pregunto riendo a mi esposo.

–Dile que si – me responde mi marido con cara de resignación, que dice más que mil palabras.
–Dijo que si – le respondo a la peruana

– ¡Que maravilla, dile que es un encanto, que muchas gracias! – grita mi amiga por teléfono casi dejándome sorda.
­– ¿Y adonde vamos el jueves? – le pregunto a mi amiga

– Pues no sé donde tú nos sugieras, tú conoces todos los mejores restaurantes, dime alguno que recomiendes para hacer la reservación que vamos a ser como cinco o seis chicas.
 Yo y mi fama de comer siempre en la calle  – pienso pero no digo nada, ¿que te provoca? para ir pensando – le pregunto

– Asiático, Chino –  me responde
– Hay unos excelentes en Erlangen le digo recordando el Wang Fu Sterne, el Mekong o el ZEN (cuatro estrellas), pero en Herzogenaurach sólo conozco dos, uno que es muy sencillo de ambiente y el otro no lo recomiendo. Si nos queremos quedar cerca de casa se me ocurre uno bueno pero es mexicano, el Chilli’s, te van a encantar los cocteles que sirven deliciosos. Listo ya los llamo para hacer reservaciones para seis. Me dice mi amiga.

– Buenas noches le digo
– Buenas noches y hasta el jueves mujer, luego cuadramos a ver quien pasa por quien.

– Yo puedo manejar le digo. La última vez fue nuestra amiga colombiana que vino por mí. Feliz noche, bendiciones a la niñas.
– Igual para ustedes en casa – me responde mi amiga peruana

– El jueves pasó por mi amiga colombiana quien insistió en buscarme para que yo pudiese tomar unas piñas coladas.  Y la pasamos divino contando cuentos y riendo en Chillli’s hasta que apagaron la luces y practicante cerramos el sitio a la media noche.
Una semana más tarde recibí el mensaje de mi amiga argentina para ir a cenar al Chilli’s de Erlangen con las otras siete amiga. El lugar es bueno y tiene muy buen ambiente, pronto voy a salir hablando con acento mexicano, deberían pagarme por hacerle tanta propaganda y llevar tantos clientes ahí. Así fue como anoche fui a encontrarme con otro grupo de amigas a Erlangen, yo pase por mi amiga Venezolana en el auto y luego llegamos puntuales al Chilli’s de Erlangen.

Antes de salir de casa le pregunto a mi esposo que mide un metro ochenta parándome enfrente de él con tacones de diez centímetros:
– ¿Cómo me veo?

– Te ves bellísima, nunca te había visto esos pantalones – me dice mi esposo
Mis pantalones son de tela de jean suave de un azul muy claro con encajes bordados y cristales Swarovski  que cubren todo el largo de los laterales hasta llegar al ruedo, son pantalones más de tipo fiesta, para salir en la noche, muy llamativos y como son largos tengo que usar tacones altos para que el ruedo no arrastre por el piso.

Tengo puesto un top manga larga de encajes de color negro comprado en Alemania,  unos sarcillos largos de perla y cristales de Swarovski que compre en Praga, una chaqueta de cuero verde olivo de la que me enamore en Isla Margarita, es corta sin adornos para resaltar los jeans comprados en USA. Estoy perfectamente maquillada y mi cabello oscuro esta lacio y muy largo, me llega hasta la espalda. Me siento como modelo de revista internacional.  
–Gracias – le digo

– ¡Estas preciosa!, ¿cuando salimos tú y yo? – me pregunta mi esposo sin quitarme la vista de encima
– ¡Cuando me pidas una cita! le respondo sonriendo. Regreso a la media noche como la Cenicienta, tengo mi White Berry por si necesitas comunicarte conmigo. Si estas despierto cuando vuelva te muestro la ropa interior con estampado de tigre de Victoria’s Secret que llevo puesta, es un todo un espectáculo – le digo con tono pícaro mientras me despido.

– ¡Te espero!, no demores, que te diviertas mucho con las amigas. – me responde dándome un beso     
Me despido de mis chicos con besos, abrazos  y salgo por la puerta feliz, con muchas ganas de divertirme, la noche apenas comienza y afuera todavía parece de día.

Continúa con noche de chicas parte 2

El elefante en mi cocina


Anoche soñé contigo,
más que un sueño fue una pesadilla,
ya que en mi sueño tú ya no estabas en mi vida.       
Parecías enojado conmigo, estabas molesto.
Yo te buscaba por todas partes,
te enviaba mensajes y tú no respondías.
¡Dejaste un elefante en mi cocina!

De veras que no me gusto soñar así contigo,
y es que es cierto lo que dicen
lo que mal comienza mal termina,  
no se puede construir sobre ruinas y
de las nubes tarde o temprano nos caemos.
Si la comunicación es la clave para una buena relación,
nosotros fallamos terriblemente, nos quedamos muy callados
y dejamos que el elefante se apoderará de la habitación.

Podría decir que la culpa fue tuya por meterme
semejante idea de sueños rotos y de imposibles,
por dejarme nadar contra la corriente,
querer que yo reparara lo que para ti no tenía arreglo.
Pero yo no busco culpables y la verdad ya no me interesa
sólo sé que hay un elefante en mi cabeza.
Que bonito sonó todo lo que me dijiste
que los elefantes son tiernos, fieles, cariñosos
pero nunca olvidan las heridas, no perdonan y así
fue como tú dejaste un elefante en mi cocina.

De niña me gustaba el circo y el drama
Pero mi cielo, jamás pensé que tendría
tanto drama en mi vida y a un elefante suelto
como loco en mi cocina y  es que ahí lo puse
para que tuviese bastante agua y comida.
Tendré que llamar al dueño del circo para que
venga por su elefante perdido y es que mi cocina
yo la uso para bailar y no para hospedar
elefantes de circo.

En mi sueño te pregunte si estabas enojado conmigo
me respondiste que no, que de eso ni hablar
que estabas enojado con el mundo entero
cansado del drama y del misterio.
Que necesitabas afecto, cariño y muchos besos
y no querías hablar del elefante en la cocina.
Yo te pedí que fueses sincero, que admitieras
que tú enojo no era con el resto del mundo,
sino más bien contigo mismo y conmigo
por alimentar a un animalito herido,
por desconfiar de ti y de tus buenas intenciones.

No hagamos de un ratón un elefante
he debido decirte.
No olvides quien soy y no olvides quien eres
he debido repetirte.
No olvides que nos amamos y que nos queremos
he debido recordarte
No busques respuestas y no vayas de cacería
que si te descuidas te come un tigre con sus cuentos.
Si quieres convertir un sueño en una pesadilla
busca un elefante y mételo en la cocina,
luego ignóralo y veamos que tan bien bailas
con su pata montada encima.

Si querías bailar conmigo has debido pedirle
disculpas al elefante primero, que se encontraba ofendido
con su ego mal herido en una esquina.
Aunque queramos no podemos ignorar a un elefante,
podemos enseñarle trucos para que se levante en dos patas
o que coma de nuestra mano, pero no podemos hacer
que olvide que lo han herido y que espera una disculpa
sincera, un abrazo y una caricia.

La piel del elefante es gruesa, áspera,
arrugada y aguanta duros golpes.
Sus orejas son enormes, sin embargo
pareciera que mi elefante no escucha,
no me responde y no le gusta mi música.
Me arruga los ojos cuando me mira,
tuerce la boca hacía un lado y es que no entiende
que yo pueda sentir lo mismo que él siente.
Es muy desconfiado mi elefante y que memoria tiene,
dicen que los elefantes no olvidan.
¿Será que algún día pueda perdonarme?
¿Será que le cuento un cuento para que se marche y
me deje tranquila o dejo que se adueñe de mi cocina
y me voy con mi música a otra parte?

Que pesadilla, hay un elefante en mi cocina
 y en mi cocina no cabemos los dos.
 ¡Yo necesito mi cocina para bailar!
Podría decir que la culpa fue mía
no debí decirte que te amaba, que te quería
que te pensaba todos los días y que habías dejado
un elefante enorme en mi cocina.
¿He debido darte lo que me pedías?, ¿silencio?
no dejarte ver en mi mundo y en mi corazón,
no debí insistir, no se puede apurar
el amor y no se le puede pedir a un extraño
que te ame con todo su corazón sin que
se asuste, entre en pánico y salga corriendo.
¿O si se puede?

¿se le puede pedir a un ciego que vea o a un sordo
que escuche y a un elefante que olvide y
que desaparezca?

No pierdas de vista lo verdaderamente
importante lo que te hace feliz y no cuestiones los motivos,
siente con el corazón y deja que tus sentimientos te guíen.
¿Qué sientes? ¿Qué necesitas para ser feliz?
¿Con qué sueñas de noche y de día?

Todos los días podemos empezar de nuevo
y escoger ser felices.
No dejar que el elefante nos incomode,
y que se apodere de los espacios vacíos.
No debemos permitir que la falta de comunicación,
el silencio y los malentendidos acaben con nuestros
sueños e ilusiones y nos impidan ser felices.

Anoche soñé contigo, soñé que habías dejado un
elefante enorme en mi cocina, la misma que uso
para bailar todos los días.
¿Será que por favor vienes y lo buscas? para que
acabemos de una vez por todas con la pesadilla.


"elefante en la habitación" es un idiotismo metafórico que hace referencia a una verdad evidente que es ignorada o pasa desapercibida; también aplica a un problema o riesgo obvio que nadie quiere discutir. Se basa en la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación; entonces, las personas en la habitación que pretenden que el elefante no está ahí han elegido evitar lidiar con el enorme problema que implica. Fuente Wikipedia.

martes, 17 de abril de 2012

DEJATE QUERER


“Yo me quisiera adueñar
de todas tus fantasías
para poder realizar
la más grande de las mías
bañarte al rayo de luna, con estrellas
seria la mejor respuesta a mis querellas
bañarte al rayo de luna con luceros
y bajo una cascadita de te quieros”
Joan Sebastián – Cascadita de te quieros


Hace unos días recibí un mensaje que decía: Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.
Lo primero que pensé fue, esta persona cometió un error y me envió este mensaje por equivocación, ya que yo no he hecho nada para merecer tantos “te quieros”. El primero ya fue demasiado. Lo segundo que pensé fue precisamente ¿porque escribir tantos “te quieros” en un mensaje?, si tanto me quieres mejor me lo demuestras con hechos y no palabras. Y lo tercero que pensé fue ¿como respondo a este mensaje?, o ¿será que mejor lo ignoro? A mi no me gusta ignorar mensajes, es como muy descortés, grosero, si alguien piensa en ti y te escribe, así sea por educación tienes que responder para dar las gracias por el detalle.

 Yo leí nuevamente el mensaje con los “te quieros” y pensé, tiene que ser que se equivoco de persona, porque hoy no es el día de San Valentín como para andar demostrando afecto a todos los amigos que tenemos. Tiene que ser que su novia se llama como yo o se parece a mí y él muy romántico se equivoco al mandar su mensaje. Yo decidí borrar el mensaje y pensar un rato antes de responder, esperar si él me enviaba otro mensaje diciendo que había sido un error de su parte y que el mensaje no había sido para mí. Pero él no lo hizo, el segundo mensaje nunca llego.
¿Que motivo le he dado yo a este hombre para escribirme te quiero seis veces?
…Me quede pensando.

¿Necesitamos motivos para decirle a alguien te quiero?
¿Qué hace que queramos a alguien o que alguien nos quiera a nosotros?

¿Qué nos impulsa a decir te quiero?
¿Hace poco otro hombre distinto solicito mi amistad por Facebook enviando un mensaje que decía : “Además de bella eres inteligente, linda, preciosa” Yo le respondí muchas gracias por el mensaje, pero no le di acceso a mi Facebook privado. Mi Facebook personal es sólo para familiares y amigos y yo soy muy desconfiada con los extraños.

 ¿Será que la gente nos quiere por lo que ve en fotos y por la forma como nos expresamos a través de cuentos, así no sepan mucho más de nosotros?
¿Será que mientras menos alguien sabe de nosotros más nos quiere?

Esa noche le envié un mensaje a mi amigo el "Don Juan", preguntándole que había sido ese arrebato de “te quieros” en su mensaje, todavía no me responde, debe andar ofendido, pero temo que sé lo que me va a decir cuando me responda tarde o temprano.
Me va a decir lo equivalente a ¡DEJATE QUERER!

A veces cuesta mucho aceptar un cumplido así venga de un amigo. Si alguien nos dice que bien te ves, lo primero que nos viene a la mente es los kilos de más que tenemos en el cuerpo y que nos cuesta perder. Si alguien te dice que lindo te queda ese corte de cabello, respondemos bueno, no era exactamente lo que yo tenía en mente pero ya me resigne. Queremos sentirnos queridos y que la gente nos demuestre su afecto, pero si un extraño nos dice que somos bellas e inteligentes enseguida cuestionamos sus intenciones. Imagínense el valiente que me escribió  te quiero seis veces.  Yo lo primero que pensé fue ¡no, eso no es posible!, fue un error, ¡eso no puede ser conmigo!
Ahora que lo pienso mejor, yo he debido de simplemente contestar a su mensaje con: ¡GRACIAS! ¡Que tengas un lindo día! Y olvidar el asunto.

Estoy aprendiendo cada día un poquito más a aceptar las cosas que no entiendo y a recordar que cada cabeza es un mundo diferente y hay personas que expresan sus sentimientos de formas distintas y unas más que otras.  
Déjate querer = acepta el cariño de las personas sin tratar de buscarle a todo una explicación, la razón o el por qué. Acepta los cumplidos que te dan las personas, da las gracias, no les digas que están equivocados o que no te conocen bien o que si, pero no, seguido por algún comentario negativo.

Déjate querer = Confía en las personas y sus palabras de afecto, cree en lo bueno que cada quien tiene para ofrecer. No pienses que todos quieren lastimarte, jugar con tus sentimientos o romper tú corazón en mil pedazos.
Déjate querer = no busques motivos para querer o dejar de querer alguien. Queremos no por lo que las personas dicen o hacen, queremos a alguien por como esa persona nos hace sentir y eso no se puede alterar o cambiar fácilmente.

Déjate querer= no te amargues por la gente que no te quiere, no te aprecia y no te valora. Déjalos ir de tu vida y de tus pensamientos, si no lo puede evitar, recuérdalos con cariño, ya que gracias a ellos aprendiste a reconocer quienes son las personas que si están dispuestas a entregarte su amor y su afecto sincero.
Hoy voy a hacer algo bien loco, algo que no se parece a mí, sólo para demostrar que estoy aprendiendo a dejarme querer. Le voy a escribir al "Don Juan de los te quieros” el siguiente mensaje:

Querido "Don Juan",

Gracias por tus “te quieros” del otro día, disculpa que me haya demorado en responder, pero me agarraste muy ocupada y desprevenida. Tus  “te quieros” me alegraron el día y me inspiraron a escribir un cuento. Gracias por el cariño que me tienes y por pensar en mí. Muchos saludos a tú novia (la tocaya) de mi parte. Un abrazo, cuídate mucho y que tengas un lindo día.
P.S. ¡No te enojes conmigo y recuerda que somos amigos!


“Déjate querer,  ay si no quieres no quiere el destino.
Déjate querer, si no te tengo tienes un amigo
Déjate querer, y sueño contigo, te llevo en mi piel.”

“Déjate querer, que yo te lleno de ternura y besos
Déjate querer, que te regalo todo el universo
Déjate querer, no hay otro camino…”
Guaco – Déjate querer

 JP

lunes, 16 de abril de 2012

Candela y el hombre

Candela bajaba las escaleras hecha una furia, el hombre la veía desde la ventana como caminaba hacia él. Ella vestía una minifalda azul de cuero y una blusa ajustada negra. Él no le quitaba la vista de encima y sonreía mientras la veía acercarse. Ella abrió la puerta de la camioneta blanca y se sentó junto a él tirando la puerta de un golpe.
– ¡Hola mi vida! – la saludo el hombre dándole un beso en la mejilla y acercándose a ella para abrazarla.

– ¿A que has venido?, ¡Creí que había quedado claro que no quería verte o volver a saber de ti jamás! – le respondió Candela, ignorando su abrazo.
–No seas así amor, olvídalo ya, no hablemos más de eso, yo ya no estoy enojado contigo, lo estuve y mucho pero ya se me paso. – le explico el hombre

– ¡Tú enojado conmigo, que ganas tienes! Si fuiste tú quien…. – comenzó diciendo pero él la tomo por los hombros y la llevo hacia su cuerpo con fuerza robándole un beso, que se sintió largo eterno, fue un beso apasionado, de esos que te roban el aliento, el alma y te hacen olvidar todo, hasta el mundo entero.

Candela se sintió flotar por el espacio, como un astronauta dentro de una capsula sin gravedad pero sin el traje y el casco. Se olvido de todo, hasta de donde estaba mientras él la besaba, su mente estaba en blanco y sólo sentía como su cuerpo entero se derretía ante el beso y el abrazo de aquel hombre.
–Listo ¿contenta? – le pregunto mucho tiempo más tarde

– ¡Feliz!, ya no recuerdo ni de que hablábamos hace un rato ­– dijo ella con una sonrisa que le ocupaba todo el rostro.  
Los besos de aquel hombre hacían que Candela lo olvidara todo y que nada sin importancia la preocupara, eran mágicos sus besos.

–Te decía que vine porque tenía ganas de verte, de besarte, de abrazarte, de compartir contigo un segundo, un minuto, cien, ¡estaba pensando en ti y por eso vine! –le recordó el hombre.
–No, creo que fui yo quien te pensó primero y te llamo con el pensamiento! – Le dijo Candela

–Debe ser entonces, le dijo él tomando su mano y dándole la razón para para evitar una posible discusión, ya que sabía que con Candela era mejor no discutir demasiado, que siempre ella tenia que ganar en todo y tener la ultima palabra, la muy malcriada. ­–Pensó el
– ¿Como estas?­– Le pregunto ella

– Mucho mejor ahora que estoy contigo, te ves bella– le respondió él
– ¿Por qué no subes a mi apartamento?, arriba no hay nadie, podemos hablar sin ser interrumpidos.

–No es que no quiera estar a solas contigo, pero no puedo, que van a pensar los vecinos o tú familia si se enteran que me metiste al apartamento, no, no insistas. –Respondió él hombre.
–Tú siempre más pendiente de lo que diga el resto del mundo sin tener en cuenta mis sentimientos, ¡como si a mi me importara lo que piense o diga la gente!- le dijo Candela molesta

– ¡Tú eres mujer y la gente habla! Seguro todos saben que estas sola arriba y están pendientes de si metes a algún extraño. ¡Tengo que protegerte! Yo soy hombre y como los gatos siempre caemos de pie.

– ¿Protegerme? ¡Yo no necesito tu protección!, ¿gato, que gato? ¡Tigre es lo que quiero que seas y me comas enterita y de una vez! ¿Que me vas a hacer que no quiera que me hagas?, ¿y de que extraño hablas? Tú no eres ningún extraño para mi todo lo contrario, te conozco como si fueras parte de mi o así lo siento, ¿por qué tu empeño en negarlo?, ¿es que acaso no lo sientes que somos el uno para el otro, que somos uno cuando estamos juntos?  Vamos no perdamos tiempo, acompáñame que arriba estaremos más cómodos que acá en la camioneta.
– ¿Meterme yo en la jaula del tigre? – Dijo él hombre, riendo nervioso en broma pero en serio.

– ¡Si ves, eres tu él que tiene miedo!, él que necesita protección, la verdad no puedo prometerte que no te voy a morder cuando te tenga a solas. ­– le dijo mientras se acercaba lentamente y de manera sensual buscando su boca con sus labios en la oscuridad.

Candela lo beso muy lento disfrutando cada segundo del encuentro de sus bocas, buscando su piel debajo de la franela con su mano, sintió su espalda tibia y suave. Tomo la mano del hombre y la coloco sobre su falda y la deslizo hasta llegar a su rodilla descubierta, trato de llevar su mano más arriba rozándole sus muslos y subiendo por su pierna, pero él la de tuvo y ella se alejó rápidamente de su cuerpo irritada.
– ¡Ya recordé porque pelábamos el otro día!, siempre que trato de acercarme demasiado tú te alejas, me detienes, me rechazas y me cortas la inspiración. ¡Si es que no te gustan las mujeres dímelo y no me hagas perder mi tiempo! – le dijo enojada bajándose del auto y tirando fuertemente la puerta mientras se alejaba sin mirar a tras.

El hombre se bajo de la camioneta ofendido y fue tras ella, la detuvo por la espalda poniendo sus brazos alrededor de su cintura y la llevo de regreso al auto diciéndole “si serás malcriada, ven que te muestro quien…” le dijo mientras la sujetaba con fuerza contra la puerta del auto besando su cuello hasta llegar hasta sus labios y forzarle un beso.
Ella no podía luchar contra sus besos o su boca, que siempre la dejaban deseando más, ella sabia que él era demasiado fuerte que no tenia sentido luchar, él con sus besos la desarmaba por completo y si, sus besos la hacían olvidar y la trasportaban a otro lugar, un lugar de donde ella no deseaba regresar. Ella quería quedarse ahí con él, congelar el tiempo, detenerlo, ahí en sus brazos sintiendo su olor, su piel y es que él olía a playa, a brisa fresca, a mar, arena, sol a luna.

Él se detuvo y ella miro al cielo y vio a la luna y se pregunto a si misma ¿serán sus besos o será la luna que me enloquece y me hacen olvidar mi nombre?, ¿Cómo se puede amar tanto a un hombre?, no es justo -  Pensó apenas el dejo de besarla, ¡no es justo! – se dijo a si misma.
Como adivinando sus pensamientos él le dijo: te amo más de los que piensas, más de lo que te imaginas, quiero amarte siempre y para toda la vida, no quiero perderte y sobretodo no quiere cometer un error que ponga en riesgo un futuro contigo. Estoy aquí hoy porque te amo, que más necesitas.

– No entiendo, si me amaras querrías estar conmigo, no me rechazaras como lo haces, no dejarías pasar la oportunidad de estar conmigo. A mi no me importa lo que piense nadie, sólo me importas tú, pero me confunde y me enoja tanto rechazo de tú parte. Es como si me juzgaras mal, pensaras que soy demasiado atrevida, indecente. Tal vez si me hiciera la difícil te tendría comiendo en mi mano, pero yo no soy así y no voy a aparentar ser alguien que no soy para complacerte a ti.  ¿Sera que te gusta la cacería y como sabes que me tienes servida en bandeja de plata, no te intereso o te faltan los dientes para comerme cuando me tienes en tus brazos?
– Candela no es eso, es que te respeto demasiado y …

– ¡Pues respétame un poco menos, que me hace daño tu indiferencia! O hazme el amor acá en el auto, demuéstrame que me amas, que me deseas y después empezamos con lo del respeto, ¿te parece? Le dijo al hombre casi gritando.
– Habla más bajo que si nos escucha un vecino y lo nuestro no es sólo físico, yo no quiero precipitarme, no quiero hacer de una hermosa historia de amor algo puramente sexual. ¿Será que a ti solo te interesa mi cuerpo? – le pregunto el hombre levantando la ceja.

– ¡Que cosas dices, pareces tú la mujer y yo el hombre!, tratando de convencerme de que espere un poco más. Le dijo riendo fuerte y burlándose de él.
– No sigas, que me vas a hacer enojar Candela y ….

– ¿Y que?, ¿no fuiste tú quien dijo que no importaba lo que yo hiciera tú nunca me dejarías de amar?, ¿Tal vez sólo te estoy probando?  – le pregunto interrumpiendo.
– ¡Deja de interrumpirme, tú no dejas que termine una frase!, y si ese es uno de los tantos problemas que tenemos, que para ti todo es un juego, yo no se cuando algo es en serio o es en broma, ¡tu y tus cuentos!, “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”.- le respondió con tono de burla y a la vez molesto. Es tarde y mejor me voy antes que se me salga algo que empeore la situación y no quiero seguir discutiendo. – agrego. Hablamos otro día que tengas una hermosa noche, la mas linda, - le dijo despidiéndose menos enojado.

– Quédate, no quiero que te vayas, te necesito, te amo y eso no es cuento. ¿Cómo es que no te das cuenta, que te quiero a mi lado para hacerte feliz? – Lo miro con cara de tristeza.
– ¿Por qué no puedes ser la niña dulce, tierna y algo tímida que eras cuando te conocí? – Le pregunto suspirando  él hombre.

– ¿Estarías soñando con otra?, yo nunca fui así y ese es otro problema que tengo contigo, me choca estar recordándote que soy una mujer y que tú me trates como una muñeca de porcelana que admiras desde una vitrina pero nunca tocas para no quebrarla.  – le respondió Candela muy enojada.

Buenas noches – agrego
–Buenas noches Candela, prometo llamarte, apenas pueda. – Le dijo el hombre

–Ni te molestes, ya sabemos para lo que sirven tus promesas – Se despidió Candela subiendo las escaleras más enojada que cuando las había bajado hacía un rato.


Tal vez deba irme lejos, donde él jamás pueda encontrarme, tal vez sea el destino que no quiere que estemos juntos. Ese hombre hace hervir mi sangre y sus besos hacen que pierda la memoria y yo me encienda por dentro como un hermoso puente con muchas luces de colores, por más que intente él nuca entenderá que soy sólo así con él y con nadie más. ¿Que sentido tiene insistir?, yo no puedo ser quien él quiere que yo sea, él quiere a otra mujer, una que no soy yo y nunca voy a ser mientras este a su lado o lo tenga tan cerca de mi. Su olor, su piel, sus caricias sus besos, me ponen mal y no puedo evitarlo, todas las cosas que le haría si estuviera a solas con él, y es que ni me atrevo a decirle, porque diría que soy una descarada, una atrevida, una puta.

Tengo que olvidarlo, no debo seguir persiguiendo un imposible, pasarme la vida convenciendo a un hombre de que lo amo, que él es todo lo que necesito para ser feliz, no puedo, merezco mejor que eso. ¿Quedarme con alguien que no desea entender lo que siento y que le importa más el que dirá la gente que el daño que me causa su indiferencia? Tengo que olvidarlo y sacarlo de mi corazón para siempre, dejarme querer por alguien que me acepte como soy, con el volcán que llevo dentro. Alguien que no me diga que me tiene que proteger, sino más bien alguien dispuesto a enfrentar el mundo conmigo. Alguien que me ame sin medidas, sin límites y con todo su corazón.

Me gusta eso para un cuento – pensó Candela.

Habían pasado cuatro días, y el hombre que prometió llamar aun no lo hacía.

Él iba manejando en su camioneta pensando en Candela, en todas las cosas que se habían dicho, por mas que lo intentaba no dejaba de pensar en ella, en su rostro, en sus labios, en sus besos, en su cuerpo, se le hacia difícil concentrarse. Cuando menos lo esperaba volvían las imágenes a su mente de aquella noche ellos solos, abrazándose y besándose, como hubiese deseado él ser otro, sentirse menos nervioso ante aquella mujer que él admiraba tanto, pero que a la vez le provocaba un susto enorme que no sabía exactamente como mantener bajo control. Él quería contarle todo y confiarle todos sus sentimientos, pero a la vez temía mostrarse vulnerable y contarle sus secretos. Él no le contaba sus secretos a nadie.
¡Que imbécil, que tonto fui, como no subí con ella a su apartamento! –  pensó el

Esa loca es un peligro, candela es un peligro para mi corazón, la verdad le tengo miedo, quedarme a solas con ella, lo que eso representa. Sabiendo lo que los dos sentimos, el uno por el otro, solos ella y yo en una habitación, de que hablar, ahí nadie iba a hablar, las palabras iban a estar de más. Pretender otra cosa es caerse a cuentos y si ella escribe unos cuentos hermosos llenos de pasión, pero que pasa si yo no llenaba todas sus expectativas, ella siempre tan segura de si misma y yo tan inseguro y tan pendejo cuando se trata de cosas del amor. Desnudarme frente a ella, hacerla mía, entregarme a esa mujer, esa fiera, esa loca capaz de volverme loco a mi con sus cuentos, sus ideas, sus historias de romances. Ella es mi debilidad, con ella me siento vulnerable. La amo, la deseo, estoy loco por tenerla en mis brazos, sentir su piel, apretarle contra mi cuerpo y hacerla mía, mi mujer. ¿Pero y después que? , ¿Que hago si me hace perder la cabeza y se me olvidan mis responsabilidades?, ¿que puede querer una mujer así de mi? , tan directa, atrevida, pareciera no importarle nada y ¿como quedo yo ahí, después de que me utilice?. ¿Será cierto que me ama o seré solo un capricho de su corazón? Un personaje más de sus cuentos de amor, “mi inspiración” como a ella le gusta llamarme a veces. Esa Candela es un peligro, yo la amo como nunca he amado a nadie y eso me aterra y me paraliza, ¿que pasa si todo lo que ella cuenta es mentira, si sólo soy un juguete? y yo acá sintiendo tanto por ella, asustado de tanto amor y ganas que tengo de tenerla, tratando de darle el puesto, el lugar, el respeto que ella merece y ella empeñada en seducirme, provocarme, ahí en la calle, sin importarle quien nos vea. ¿Será así es ella con todos los hombres que conoce?, ¿cuantos más habrá esperando por ella? ¿Será cierto que es únicamente a mí a quien ama?, ¡cuantas veces me he escuchado ese cuento!
El hombre conducía y pensaba, Candela, te necesito, quiero verte, besarte, sentirte en mis brazos, sentir tú amor, hacerlo mio, escuchar tú voz, que me digas cuanto me amas, no quiero perderte, se siente tan bien tenerte en mi vida –el hombre tomo el primer cruce a la izquierda dio la vuelta, se regreso, cambio de ruta y fue en busca de Candela.

Cuando la vea, pensó, eso voy a decirle, que es ella, que siempre fue ella, la mujer que me hace feliz, que pase lo que tenga que pasar y ya veremos como lo resolvemos, trataremos que hacer que funcionen nuestras diferencias, pero no quiero discutir más. No quiero más interrupciones para nuestro amor, “el que quiere puede”, ella lo dice todo el tiempo, y si es por querer ambos queremos, tendremos que hacer algunos ajustes, sobre todo ese carácter tan impulsivo que ella tiene. Va a tener que aprender a controlarlo y yo bueno por donde empiezo, por empezar a creer más en ella, en dejar que ella me ame a su manera sin cuestionar sus intenciones constantemente con mis inseguridades.
¡Que vaina!, ¡porque la vida tiene que ser tan complicada y yo tan enamorado! Y si, cuando la vea se lo diré, que estoy enamorado de ella, que fui un tonto por no decírselo y dejarla pensar que la distancia y el rechazo que ella sentía era que no me interesaba. Que es mas bien todo lo contrario, si por mi fuera estaría con ella todos los días, pero temía que las cosas acabaran mal y yo completamente destrozado. Miedo, era miedo, miedo a tenerla, miedo a hacerla mía y perderla para siempre.
No quiero perderla, no ahora – pensó el hombre, llegando al edificio de Candela y estacionando la camioneta.
Toco el intercomunicador varias veces, pero Candela no contesto, se asomo al estacionamiento y vio su auto estacionado y pensó que seguro estaría tomando un ducha, apenas alguien salió por la puerta, el aprovecho para entrar al edificio y esperar frente a su puerta.
Subió las escaleras y hasta llegar al piso dos. Ahí espero unos minutos frente a su puerta antes de tocar el timbre.
Nadie respondió, no había ventanas visibles para ver si había luz en el departamento pero pensó que ella por la hora tendría que estar en casa, timbro varias veces y nada, pensó que tal vez ella seguiría muy enojada con él y por eso no habría la puerta. Golpeo la puerta diciendo: Candela abre sé que estas ahí, sé que estas molesta por que no te lláme, pero acá estoy, para que hablemos y abre la puerta no seas terca. Fue cuando pensó que tal vez estaría en la piscina o el los jardines del edificio y pensó en dar una vuelta antes de irse, cuando se disponía a bajar las escaleras sintió que una puerta se abría, se regreso a ver a Candela, pero sólo era la vecina de al lado que había decidido asomarse por el ruido que él había estado haciendo.

Cuando lo tuvo de frente le dijo.
– Mijo, Candela no está y no la espere que no va a volver –   le dijo la vecina

­– ¿Cómo, a donde se fue? –le pregunto el hombre.

– Salió con dos maletas esta mañana, rumbo a ¿Paris, Bélgica u Holanda?, la verdad no recuerdo bien – le respondió la vecina. Solo sé que dijo que no volvería jamás, que si un hombre con la mirada triste venía preguntando por ella, que le dijera que ella se había cansado de esperar por él. – le dijo la mujer. Así que ya sabe mijo, no vuelva más por acá, y no la busque que no la va a encontrar.
El hombre sintió un nudo inmenso en la garganta y pregunto sin saber de donde salieron las palabras que se escucho decirle a la señora, ¿Cómo sabe que el mensaje es para mí?

– ¡Porque no imagino hombre con la mirada más triste que usted!, tome para que seque sus lágrimas, dijo la mujer extendiéndole la mano. Él no vio el pañuelo que trataba de darle la señora, pues las lágrimas que corrían por sus ojos y que él trataba con tantas fuerzas de detener le nublaban la vista, salió rápidamente del lugar y se marcho con una pena más oscura que la noche en el alma.
“Las cosas que perdemos por miedo a perder” –  recordó el hombre, viendo la luna en el cielo como brillaba.

FIN
Cuentos de Candela
JP

jueves, 12 de abril de 2012

163

Ayer me encontré con mi amiga Mariluz Bogarin en Erlangen y hace aproximadamente seis meses mi amiga me entrego un libro que había leído y disfrutado mucho. Escrito por una autora Mexicana de Puebla de nombre Ángeles Mastretta, es un libro de cuentos cortos que le hizo pensar en mí y en mis historias del corazón. Ella quería que yo lo leyera y que me sirvieran de inspiración.
Me entrego el libro una mañana mientras desayunábamos juntas y me dijo “Tienes que leer el numero  163. No te olvides 163. Ese cuento me hizo pensar en ti”. 163 me repitió.
Yo tengo una pésima memoria para las fechas y los números, es más no recuerdo ni mi propio numero telefónico. 163 me repetí varias veces pues parecía ser importante que yo leyera esa página del libro.
Mi amiga me explico que los cuentos no tenían titulo, ninguno de ellos, sólo había que fijarse en el número de página. El primer cuento empezaba en la página 9 y el ultimo comenzaba en la pagina 219. Extraño pensé. El libro tampoco tenia un índice para los diferentes cuentos.
En la noche luego de terminar todos mis deberes del día, tome el libro y me senté en la mesa del comedor de la sala, como quien se dispone a hacer una tarea o investigación científica. Tenia curiosidad por saber que cuento se escondía detrás del número 163 que me había insistido tanto mi amiga.

A mi no me gusta comenzar los libros por la mitad y el 163 era casi la tercera parte del libro. Sin embargo pensé que tenía que complacer a mi amiga leyendo el cuento que le había hecho entregarme aquel libro porque le recordaba a mis cuentos.
Comencé a leer el cuento ahí sentada en la mesa, leí el primer párrafo, me detuve y lo comencé de nuevo. Leí el segundo párrafo me detuve y volví al inicio del cuento. ¡Debo ser yo muy bruta!, pensé y es que no entiendo que dice, de que habla el cuento. ¿Por qué no tiene titulo el cuento? ¿Le habré entendido mal a mi amiga? ¿Será 136? Busque el 136 y no era, había un cuento en la pagina 135. Nada, me rindo, me dije, tiene que ser 163. Comencé nuevamente con el cuento, seguía sin entender de que se trataba, me sentía sofocada, impaciente, aturdida, pensé que tal vez el cuento era demasiado profundo para mi o podía ser que yo estaba muy cansada y no lograba comprender la historia. ¿Sera que tengo que comenzar por el primer cuento hasta llegar al 163? Me preguntaba. ¡Pero no cada cuento es independiente del siguiente! Estoy loca me dije a mi misma hablando sola. ¿Que hago?, ¿llamo a mi amiga y le pregunto que hacer?

Cierro el libro y decido que se debe al cansancio y mejor llevarme la tarea a la cama. Me preparo para dormir, me lavo los dientes, la cara, me pongo un piyama de algodón suave y me meto bajo mi edredón  de tamaño “Queen” con el libro sobre el pecho.
Enciendo la lámpara al lado de mi mesa de noche, pensando que lo más probable es que me quede profundamente dormida leyendo el cuento, que para mi era como leer en chino, ni idea con aquel cuento, yo no lo entendía.

¡Yo no me rindo fácilmente!, intentemos otra vez, pensé.
Acostada en mi cama abrí  el cuento y comencé a leer. Fue como si abrieran un chorro de agua salada dentro de mí, porque las lágrimas salían de mis ojos y yo no las podía detener. Yo leía el cuento y sentía cada una de las palabras en mi piel. Ya no era chino. Era castellano y todo tenía sentido, demasiado, tanto que yo no podía dejar de llorar. Llore hasta que me inundo un gran alivio. Entendía porque mi amiga me insistió tanto en que yo leyere aquel cuento.  El cuento se parecía a algo que habíamos conversado ella y yo en privado, podía ver como el cuento le hizo pensar en mi.

Pero para mi el cuento era mucho más, el cuento era como si lo hubiesen escrito para mi, un mensaje personal. Me sentí tan identificada que pensé que la del cuento era yo, otra yo. No podía dejar de llorar sintiéndome agradecida por tener a una amiga que me había entregado un tesoro con ese libro y ese cuento, con la intención de ayudarme a entender a través de una historia, un problema que hacía mucho tiempo ocupaba mi mente y mi corazón. Yo deseaba olvidar, como deseaba olvidar y casi lo logro. Pienso que la primera vez que trate de leer el cuento mi mente se bloqueo o entro en una especie de choque de pensamientos contra emociones, por eso las palabras no entraban en mi cabeza y cuando me acosté ya más relajada y con la mente más abierta, las palabras comenzaron a tener  sentido.

El cuento me ayudo a reflexionar, a pensar, me sirvió de inspiración y como auto ayuda personal.  Anoche volví a leer la historia y en vez de llorar, sonreí pues ya el problema que ocupaba mi mente en aquel tiempo se soluciono, lo vencí, lo supere y  quedo en el pasado. Ahora no es olvidar lo que quiero, ahora es recordar.      

Gracias Mariluz.
JP

Ángeles Mastretta – Mujeres de ojos grandes (Seix Barral Biblioteca Breve)
Pagina 163.

Había una luna a medias la noche que desquicio para siempre los ordenados sentimientos de la tía Inés Aguirre.
Una luna intrigosa y ardiente que se reía de ella. Y era tan negro el cielo que la rodeaba que adivinar por qué no pensó Inés en escaparse de aquel embrujo.
Quizá aunque la luna no hubiera estado ahí, aunque el cielo hubiera fingido transparencia, todo habría sido igual.  
Pero la tía Inés culpaba a la luna para no sentirse la única causante de su desgracia. Sólo bajo esa luna pudo empezarle a ella la pena que le tenía tomado el cuerpo. Una desdicha que, como casi siempre pasa, se le metió fingiendo ser el origen mismo de la dicha.
                Porque la noche aquella, bajo la luna, el hombre le dio un beso en la nuca como quien bebe un trago de agua, y fue una noche tan lejos de la pena que nadie hubiera podido imaginarla como el inicio de la más mínima desgracia. Apenas había llegado la luz eléctrica y las casas bajo el cerro parecían estrellas. En alguien tuvo que vengar esa luna el dolor que le dieron las casas encendidas, las calles bajo el cobijo de aquella luz comprada y mentirosa, la ingratitud de toda una ciudad anocheciendo tranquila, sin buscar el auxilio de su fulgor. De algo tenía que servir ella, alguien tendría que recordar su luz despidiendo la tarde, y ese alguien fue Inés Aguirre: la luna la empujó hasta el fondo de unos brazos que la cercarían para siempre aunque fueran a irse temprano.
                Al día siguiente, la tía Inés no recordó un ruego, menos una orden, pero tenía una luz entre ojo y ojo ensombreciendo tosa su existencia. No podía ya olvidar el aliento que le entibio los hombros, ni desprender de su corazón la pena que lo ató a la voluntad sagrada de la luna.
                Se volvió distraída y olvidadiza. Pedía auxilio para encontrar el lápiz que tenía en la mano, los anteojos que llevaba puestos, las flores que acababa de cortar. Del modo en que andaba podía derivarse que no iba a ninguna parte, porque después del primer paso casi siempre olvidaba su destino. Confundía la mano derecha con la izquierda y nunca recordaba un apellido. Termino llamando a sus tíos con el nombre de sus hermanos y a sus hermanas con el nombre de sus amigas. Cada mañana tenía que adivinar en cual cajón guardaba su ropa interior y como se llamaban las frutas redondas que ponía en el jugo del desayuno. Nunca sabía qué horas eran y varias veces estuvo a punto de ser atropellada.
                Una tarde hacía el más delicioso pastel de chocolate y a la semana siguiente no encontraba la receta ni sabía de qué pastel le hablaban. Iba al mercado para volver sin cebollas, y hasta el Padre Nuestro se le olvidó de buenas a primeras.  A veces se quedaba mirando un florero, una silla, un tenedor, un peine, una sortija y preguntaba con la ingenuidad de su alma:
– ¿Para qué sirve esto?
Otras, escribía en cualquier cuaderno toda clase de historias que después no podía leer porque con el punto final olvidaba las letras.
En uno de estos cuadernos escribió la última vez que supo hacerlo: “Cada luna es distinta. Cada luna tiene su propia historia. Dichosos quienes pueden olvidar su mejor luna”.     
  
Ángeles Mastretta
Mujeres de ojos grandes
(Seix Barral Biblioteca Breve)


martes, 3 de abril de 2012

Cerrando puertas

“Si te enojas…
Entenderé
Si no me hablas…
Entenderé
Si me ignoras…
Entenderé
Pero si dejas de importarme…
¡Es tú turno de entender!”


Si me preguntan, si me cuestionan, si me juzgan por haberte amado tanto,
diré, alegaré locura temporal.
Nada más y nada menos. Si no funciona le echo la culpa a cupido,
que me flecho durísimo. El muy maldito.
¡Locura temporal es entonces! Cierra la puerta y no toques más.
(Cartas desde el infierno)


“Quiero una media naranja que me quiera
No una media cebolla que me haga llorar…
Ni tampoco medio limón que me amargue la vida.”

¿Mi media naranja tú? Ja ja ja
¡Y que hacías la otra noche con una mandarina podrida!
Ja ja ja
¿Y quien dijo que yo era una fruta?
Ja ja ja


“¡Cuando vuelvas a ser quien eras,
me avisas para volver a ser quien fui!”

Tenemos planes, promesas, mil ilusiones, metas, sueños
Manejando en Lecherías y vamos despacio
Con los vidrios arriba y el volumen en alto
¡Las cosas que ves por el espejo retrovisor, que no te
engañen! Cerrando puertas aunque duela
Llamen a Chino y Nacho pa’ que canten
Esto es un RAP. (Manejando en Lecherías)


Cerrando puertas

“Donde hubo fuego cenizas quedan,
Por suerte yo aprendí a barrer.”


¡Yo que cruce todos los puentes por ti y
 a ti que se te olvido como caminar por mí!
(El extraño del Puente de San Carlos)

Si tu ex te dice: “Nunca vas a encontrar a nadie como yo”
Dile: ¡Esa es la idea!


Cuando el amor se esconde, huye, no responde,
sabemos que tenemos que dejarlo ir y cerrar la puerta ya que
No era el verdadero amor que estábamos esperando.


“Llorando se fue la que un día me hizo llorar, llorando se fue la que un día me hizo llorar.
Llorando estará recordando el amor que un día no supo cuidar (My Lover)
Llorando estará recordando el amor que un día no supo cuidar (Brasil)…”
“Soca en San Pablo de noche, la luna, las estrellas, la playa, la arena para olvidarme de ella
una sirena que hechiza mientras tomando el sol, un cuerpo que pide a gritos samba y calor”
                                                                                            Taboo – Don Omar


“¡Soy feliz!
Así que X Favor ve a amargarle la vida a otra persona.”


Se acabó el “Reality-Show”, esta fue la ultima función, espero lo hayas disfrutado, ahí en primera fila, busca la señal de EXIT o SALIDA. Cuidado no te golpeé la puerta cuando se te cierre en las narices. Del amor al odio es muy cierto lo que dicen… Sólo hay un paso. Ojala no te envenenen mi cielo, ya te veré en el infierno que seguro allá vas a parar.
(Cartas desde el infierno)

“Si algunas personas se alejan de ti, no te pongas triste,
es la respuesta de Dios a tantas veces que le pediste,
Líbranos de todo mal, Amen”


“El amor saca todo lo que no es amor”


Cerrando puertas

Jugaste conmigo como te dio la gana, en nombre del amor,
¿pero a quien voy a culpar?, si la culpa fue mía por no escuchar,
ya me habías dicho tú que no tenías corazón.
(Cartas desde el infierno)

¡Un aplauso para mi ex que me dio la oportunidad
 de ser feliz con otra persona!


Toque y toque a tú puerta, pero tú sólo me abriste una ventanita
Cuando vi adentro supe que había estado equivocada, que no eras tú
él que yo anhelaba. Entendí que todo había sido una ilusión, el producto de
mi imaginación, de mis cuentos.
Comprendí que nada había perdido cuando te perdí hace años.
Es mi turno de cerrar la puerta.


“Colorín…Colorado,
Me perdiste por tarado”

La X aquella que si hizo pasar por tú esposa,
es perfecta para ti, la que tú te mereces, tan buena gente, fina y educada.
Dale las gracias por ayudarme a ver claramente quien eres y lo que vales,
por darle un empujoncito y cerrar para siempre la puerta que había quedado abierta.


“Y yo la paso bailando, cantando, logrando tanto sin ti
Y tú estas imaginando que paso mis noches en vela muriendo
por ti y yo la paso bailando, amando mi libertad ya sin ti
Y cuando recuerdo tú nombre y tus besos me río de ti”
                                                          Gloria Trevi – Me rio de ti